La inversión sostenible es un fenómeno global, que busca ofrecer un marco con el que incluir los factores de tipo ambiental, social y de gobierno corporativo (ASG) en las decisiones de inversión del día a día. Lo que comenzó como “inversión ética” por motivos religiosos se ha convertido en una industria que mueve billones de dólares. Toda la economía global transita ahora hacia un modelo de negocio e inversión más sostenible, y con menos emisiones de carbono, impulsado por la necesidad de abordar el cambio climático.

La Organización de Naciones Unidas lo expresó del siguiente modo, cuando puso en marcha sus Principios para la Inversión Responsable (UNPRI, por sus siglas en inglés) en 2005:

“La inversión responsable consiste en la estrategia y práctica de incorporar factores ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) a las decisiones sobre inversión, y ejercer activamente la titularidad accionarial.”¹

Los factores ambientales se refieren en general a la contaminación, la eliminación de residuos y, recientemente, las emisiones de países y empresas ante el interés mundial por reducir el calentamiento global. Los factores sociales se centran en los derechos humanos, las cuestiones laborales y la diversidad. Los factores de gobernanza abarcan desde asegurarse de que las empresas están bien gestionadas, con la adopción de decisiones que benefician a todos los accionistas y partes interesadas, y no solo a sus directivos, a evitar problemas como el soborno o la corrupción.

Muchos inversores llevan ahora la inversión responsable un poco más lejos, y adoptan características de sostenibilidad concretas, como unas huellas de carbono mejores o puntuaciones ASG más altas, en la creencia de que así mejorará la rentabilidad. A esto lo llamamos inversión sostenible y en el Capítulo 6 analizamos con mayor detalle su utilización como medio para tratar de mejorar las rentabilidades ajustadas al riesgo.

La inversión de impacto da un paso más, al requerir que la inversión tenga repercusiones directas sobre el terreno sin exigir necesariamente un rendimiento financiero superior dependiendo del objetivo. El siguiente gráfico muestra las principales diferencias entre estos estilos:

Figura 1 – El espectro de capital

Fuente: G8 Social Impact Investment Taskforce, Asset Allocation Working Group, 2014.

La inversión sostenible adopta prácticas ASG progresivas que pueden generar valor. Además, utiliza el concepto de doble materialidad. Los inversores no solo deben fijarse en cómo afecta la inversión sostenible a los modelos de negocio de las empresas y, por tanto, a su valor financiero; también tienen que analizar el efecto que la empresa (o país) tiene en el mundo.

Por tanto, la inversión sostenible ha avanzado mucho en los últimos años e incluye hacer un mayor hincapié en la titularidad accionarial activa (voto e interactuación), además de una creciente utilización de la inversión de impacto con la que la inversión trata de tener un impacto en el mundo real, por ejemplo, centrándose en la contribución positiva a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (ODS).

En conjunto, la inversión sostenible ha deparado el concepto de creación conjunta de riqueza y bienestar; ya no es aceptable buscar únicamente el beneficio.

Tabla 1: Cuantía de los activos gestionados de forma sostenible

Fuente: Global Sustainable Investment Alliance 2020

Esta evolución ha propiciado un enorme crecimiento de la inversión sostenible (incluida la integración ASG) en las dos últimas décadas. La inversión sostenible supuso un 35,9% de los activos totales gestionados en 2020, más que el 33,4% de 2018, según la organización Global Sustainable Investment Alliance.² La inversión sostenible está más extendida en Canadá, donde el 61,8% de los activos se gestiona de forma sostenible. En Europa, el 41,6% de los activos se gestionan según principios de inversión sostenible con inversiones equivalentes a más de 10.7 billones de euros. Eso equivale a casi la mitad del PIB anual de Estados Unidos.

Figura 2: aumento de la inversión sostenible global de 2016 a 2020, en billones de dólares

Fuente: Global Sustainable Investment Alliance 2020

Figura 3: porcentaje del total de activos sostenibles mundiales de cada región

Fuente: Global Sustainable Investment Alliance 2020

Esta filosofía ha recorrido un largo camino desde sus humildes orígenes en el siglo XVIII, cuando los cuáqueros se negaron a invertir en cualquier negocio relacionado con el comercio de esclavos, creando así los primeros criterios de exclusión. En épocas más recientes, el concepto de mejorar la igualdad entre los seres humanos para crear un mundo mejor comenzó con el clima político de la década de 1960 y las primeras leyes sobre igualdad de derechos. Uno de los casos más trascendentes de aplicación de exclusiones data de la década de 1970, cuando muchas empresas se negaron a invertir en Sudáfrica debido a su régimen de apartheid.

La sostenibilidad cobró protagonismo a escala global en 1987, cuando la Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo de la ONU —la Comisión Brundtland— publicó su informe titulado "Nuestro futuro común". Uno de los motivos por los que se la conoce es por acuñar el término "desarrollo sostenible", que definió como "un desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades".³

La asociación de estas ideas a la actividad mercantil en general dio lugar más tarde al concepto de las "tres Ps" —People, Planet, Profit; personas, planeta, beneficios— que se popularizó en los años noventa. Se basaba en que cualquier empresa que quisiera ser sostenible debía tener un enfoque mercantil propio para cada una de estas tres esferas (no sólo la de los beneficios).⁴

Este concepto evolucionó para dar lugar a la orientación ASG, otras tres letras que hoy en día constituyen la piedra angular de la mayoría de los procesos de inversión sostenible. En los últimos años ha cobrado relevancia la A del acrónimo, ante la creciente urgencia de combatir el cambio climático, haciéndose hincapié en los compromisos de cero emisiones netas de carbono y en cumplir con los objetivos del Acuerdo de París. El Covid ha aumentado la importancia de la S, dado el efecto negativo de la pandemia sobre muchas personas. La G sigue siendo esencial para que las empresas rindan cuentan sobre cómo se enfrentan a la descarbonización desde sus consejos hacia abajo.

La aparición de los ODS ha sido otro acontecimiento relevante. Esta iniciativa trata de canalizar inversiones hacia alguno de los 17 objetivos, que van desde erradicar la pobreza a eliminar desigualdades, hasta por proteger la biodiversidad y fomentar la producción sostenible. Ello ha subrayado la importancia de tener un impacto en el mundo real, de incidir en la vida de las personas al tiempo que se obtienen rendimientos financieros. (A este respecto, véase nuestro módulo online Essentials de la Inversión ODS).

La atención se centra ahora en integrar factores ASG, utilizar la titularidad accionarial activa y tener un impacto en el mundo real por medio de las participadas, por lo que la inversión sostenible ya no se limita a hacer exclusiones. Ha pasado a formar parte del análisis financiero que normalmente se utiliza en todo el mundo, se ha generalizado y ha dejado de ser cosa de “rebeldes con causa”.

Tras la lectura de este capítulo usted debería comprender la evolución de la inversión sostenible desde un movimiento de protesta a un estilo de inversión que se centra en los factores ASG y hace un mayor hincapié en la inversión de impacto.

Notas al pie

¹ UNPRI
² Global Sustainable Investment Alliance 2018 Review
³ ‘Our Common Future’, the Brundtland Commission
⁴ John Elkington, ‘Enter the triple bottom line’, 2004

La inversión no es un concepto unívoco; existe gran diversidad de estilos y preferencias distintas a la hora de aplicarla, y no hay una forma "correcta o incorrecta" de hacerlo. Sin embargo, existe un amplio consenso sobre los objetivos que persigue, utilizándose un principio general de la doble materialidad que afecta a todas las empresas e inversiones.

Esta frase fue acuñada en 2019 por la Comisión Europea, que señaló que, además de los factores que afectan al negocio de una empresa, debía tenerse en cuenta el efecto de la misma en el medio ambiente y el conjunto de la sociedad.⁵ Uno de los focos de atención han sido las emisiones; ¿cuánto carbono genera una empresa para producir o suministrar su producto o servicio? Una empresa energética puede suponer una inversión interesante, pero sus beneficios entrañan un coste para el medio ambiente, algo que hay que tener en cuenta en el proceso de toma de decisiones de inversión.

Este tipo de análisis ha hecho que muchos inversores adopten una estrategia de sostenibilidad más estricta, aunque los enfoques son dispares. El motivo puede ser el evitar inversiones controvertidas, como las empresas con emisiones de carbono elevadas. También se puede usar la inversión sostenible como medio para mejorar su perfil de rentabilidad/riesgo. O puede interesar la idea de contribuir a un cambio positivo. Estas tres motivaciones habituales pueden plasmarse mediante exclusiones, integración ASG e inversión de impacto, respectivamente.

Gráfico 4: tres ópticas distintas para enfocar la inversión sostenible

Fuente: Robeco

Exclusiones: Ésta es la forma clásica de llevar a la práctica la inversión sostenible y sigue siendo la más popular: negarse a invertir en empresas con prácticas controvertidas. Hablamos de muy diversas actividades empresariales, desde las consideradas peligrosas para la salud o el medio ambiente, como la producción de tabaco o las perforaciones petroleras en el Ártico, hasta conductas directamente criminales, como la corrupción o la mano de obra forzosa. Algunas empresas deben quedar excluidas por imperativo legal; por ejemplo, la legislación que prohíba invertir en empresas que fabriquen bombas de racimo. Las exclusiones constituyen la principal forma de filtro negativo.

Figura 5: Exclusiones habituales

Fuente: Robeco

Integración ASG: Consiste en el uso sistemático de criterios ASG con relevancia financiera para comprender mejor el impacto del desarrollo sostenible de los modelos de negocio de las empresas. La integración ASG tiene como único objetivo mejorar la toma de decisiones de inversión y contribuir así a generar alfa. Sin embargo, es importante tener solo en cuenta criterios financieramente relevantes: factores que directamente afectan a los resultados. En caso contrario no puede demostrarse que mejore (o merme) directamente el desempeño, por lo no debería tenerse en cuenta.

Inversión de impacto: Se trata de realizar inversiones con el objetivo de generar un impacto beneficioso y cuantificable sobre el medio ambiente o la sociedad, además de lograr una rentabilidad financiera positiva. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son algo habitual a este respecto. La inversión de impacto presenta tres elementos clave. Primero, debe existir intencionalidad: el inversor debe realizar un esfuerzo deliberado y orientado para generar un impacto positivo. Segundo, debe producir una rentabilidad positiva para la inversión; no se trata de iniciativas humanitarias. Y, tercero, los beneficios financieros, sociales y ambientales de la inversión de impacto deben ser cuantificables y transparentes. No es igual que la integración ASG que no trata necesariamente de surtir efectos sobre el terreno.

Entonces, ¿para quién resulta más adecuado cada uno de ellos?

La integración ASG resulta una buena opción para los inversores que buscan asimilar los factores ASG en todos sus procesos, en lugar de utilizarlos aisladamente, adoptando un enfoque más amplio e integral. Estos inversores consideran que el empleo de información ASG conduce a la toma de decisiones de inversión mejor fundamentadas y a la mejora de su perfil de rentabilidad/riesgo. Se hace exclusivamente por motivos financieros, por lo que no se traduce necesariamente en una cartera más sostenible. Sin embargo, si se hace correctamente pierden atractivo de inversión las empresas afectadas por riesgos ASG graves, y viceversa, ganan atractivo las empresas con una buena gestión ASG.

La inversión de impacto resulta más idónea para los inversores que quieren ejercer un efecto positivo sobre la sociedad por medio de las empresas en las que invierten y que además consideran que, al hacerlo, pueden obtener también una rentabilidad suficiente en sus inversiones. Por ejemplo, orientar las inversiones hacia las energías renovables ayuda a combatir el cambio climático y permite asimismo obtener rendimientos financieros por la venta de la electricidad generada. Los inversores interesados en impulsar los ODS también recurren habitualmente a las estrategias de impacto.

La titularidad activa supone otra forma de generar impacto positivo. Constituye una herramienta útil para los inversores en renta fija y renta variable cotizada cuando el argumento de la adición (proporcionar capital nuevo) es menos relevante. Cuando se invierte en valores cotizados, la delegación de voto y el engagement en cuestiones de sostenibilidad pueden ser el enfoque más directo para propiciar el cambio e incidir en la realidad.

Evitar un impacto negativo mediante las exclusiones es lo más apropiado para los inversores con una clara visión de qué productos o conductas resultan incompatibles con lo que ellos o sus partes interesadas consideran importantes. Algunos inversores profesionales establecen "líneas rojas": por ejemplo, las aseguradoras de salud excluyen a las empresas que fabrican productos que pueden perjudicar a la salud en general, como los cigarrillos.

La mayoría de los inversores optan por una combinación de estos tres estilos. Algunos directamente no desean invertir en productos o servicios controvertidos y emplearán las exclusiones para evitarlos. Prefieren invertir en países o empresas que tengan una buena trayectoria en las cuestiones ASG que más les importan.

Otros desean beneficiarse del desarrollo sostenible con la inversión en empresas que crean soluciones para determinados problemas de sostenibilidad, como cambio climático, desigualdad o mejora de la salud. O buscan tener un impacto positivo con sus inversiones. Estos objetivos están vinculados a la inversión de impacto.

Los que utilizan la integración ASG, como se la suele definir, lo harán por motivos financieros al objeto de tomar decisiones de inversión mejor fundamentadas y obtener unos mejores rendimientos financieros ajustados al riesgo. Como los inversores finales pueden tener distintos objetivos, hay margen para que en el proceso inversor se utilicen paralelamente distintas estrategias y herramientas.

Ahora, usted debería ser capaz de explicar los distintos enfoques de inversión sostenible y determinar los motivos de su cliente para escoger un enfoque concreto.

Nota al pie

⁵ https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/en/QANDA_21_1806

Como hemos visto en el , la integración de factores ASG es una de las tres formas básicas de adoptar la inversión sostenible. En los Principios para la Inversión Responsable de Naciones Unidas se define este proceso como:

“La inclusión sistemática y explícita de factores de tipo ambiental, social y de buen gobierno en los análisis y decisiones de inversión. Dicho de otro modo, la integración de criterios ASG es el análisis de todos los factores relevantes en los análisis y decisiones de inversión, incluidos los de tipo ambiental, social y de gobernanza.”⁶

La clave aquí reside en la "relevancia financiera": los factores que se tienen en cuenta no son sólo "algo bonito", sino que ejercen un efecto directo sobre los beneficios de la empresa. Por ejemplo, un inversor no sólo se fijará en factores como la contaminación o el exceso de residuos desde el punto de vista del daño al medio ambiente. Pero este tipo de conductas puede tener un efecto financiero para la empresa, desde sufrir sanciones hasta ver incrementados sus costes y sus riesgos regulatorios a causa de la deficiente conservación de sus recursos.

La integración de criterios ASG suele realizarse en tres pasos. El primero consiste en identificar y enfocar las cuestiones más relevantes que afectan a la empresa. Seguidamente, el inversor puede analizar el probable impacto de estos factores relevantes sobre el modelo de negocio de la empresa. Y, por último, esta información puede incorporarse a los criterios de valoración dentro del análisis fundamental.

Figura 6: enfoque de tres pasos para la integración ASG

Fuente: Robeco

Este análisis ASG forma parte de un conjunto más amplio de parámetros tradicionales empleados para valorar a las empresas y sus perspectivas y así determinar la conveniencia de comprar sus acciones o bonos. Sigue habiendo otros factores importantes, como los fundamentales del negocio, si el mercado está creciendo, la solidez de los márgenes de beneficio frente a posibles conmociones futuras, los adelantos tecnológicos o los cambios en los gustos y preferencias. En definitiva, todo lo que una empresa necesita hacer para ser sostenible, para no sufrir un declive. Es el caso de Kodak, que no llevó a cabo la transición de la película fotográfica al soporte digital y tuvo que declararse en quiebra en 2012, para resurgir el año siguiente con un modelo de negocio diferente.

Una gran ventaja de la integración de criterios ASG es que resulta útil en todas las categorías de activos: se ha demostrado que funciona para los mercados de renta fija y variable por igual, y que puede aplicarse también a carteras inmobiliarias o de materias primas.

En general, el análisis de factores ASG en renta variable se centra en identificar riesgos y oportunidades que pueden no reflejarse necesariamente en las cotizaciones, mientras que en renta fija lo esencial es detectar riesgos bajistas que no se observen en la calificación crediticia. Los criterios ASG se integran en un marco ya existente que engloba otro tipo de factores, no se emplean aisladamente.

Una forma de utilizar el análisis ASG consiste en crear carteras altamente sostenibles por medio del filtrado positivo, donde lo que se incluye resulta más importante que lo que se excluye. Este estilo busca identificar valores con puntuaciones ASG superiores a las de otros, con el fin de tomar decisiones mejor fundamentadas sobre la conveniencia de comprar dichos valores.

Las puntuaciones de sostenibilidad también pueden determinar que se sobrepondere o infrapondere un valor en función del presupuesto de riesgo relativo, que determina cuánto puede desviarse un inversor del mercado. Eso significa adquirir relativamente más o menos bonos de lo que conllevaría su peso en el índice de referencia correspondiente. Se suele optar por esta opción en lugar de incluir o excluir por entero el valor. En el caso de países, se utilizarán las puntuaciones ASG para tomar decisiones de inversión sobre su deuda pública.

Los inversores que quieran dar un paso más e incluir en su cartera únicamente a las empresas más sostenibles pueden adoptar el enfoque "best-in-class" (la mejor de su categoría). Consiste en orientarse exclusivamente a las empresas con mayores puntuaciones ASG de cada sector, omitiendo el resto. El principal inconveniente es que el inversor acota el universo invertible y puede perderse las nuevas empresas prometedoras que surgen, cuyo desempeño suele mejorar mediante el engagement.

Utilizar el filtrado positivo o el enfoque de “el mejor de su categoría” conlleva dividir el análisis ASG y financiero en dos partes. La primera consiste en establecer el tamaño del universo de inversión en base a las puntuaciones ASG. En la segunda se trata de evaluar el potencial de inversión de las empresas del universo que se han establecido. Técnicamente, eso está considerado como integración ASG, pero si el inversor cree que el universo de inversión que ha determinado se comporta mejor que el mercado, se añade un claro valor añadido desde el punto de vista financiero.

La totalidad de la integración ASG depende de obtener los datos relevantes sobre la actividad de una empresa, por ejemplo, sobre sus emisiones, a la hora de evaluar sus riesgos ambientales y sus avances hacia la descarbonización. Esto ha propiciado el crecimiento del sector de recopilación de datos y de los métodos para interpretar el análisis, como la Evaluación de la Sostenibilidad Corporativa, anteriormente propiedad de Robeco y que ahora pertenece a S&P Global. Entre el resto de proveedores se encuentran Sustainalytics, MSCI ESG Research, Bloomberg y Refinitiv.

Sin embargo, la recopilación de datos no constituye una ciencia exacta y arroja varios dilemas. Para empezar, todos los datos son retrospectivos y evalúan una empresa en base a su pasado, no a su futuro. Por ejemplo, los datos de emisiones revelan los niveles pasados y no en qué medida está una empresa preparada para cumplir con los objetivos Net Zero. En la actualidad se diseñan modelos más predictivos para tratar de valorar esa cuestión, por ejemplo, extrapolando las tendencias subyacentes para evaluar las trayectorias de transición.

Los datos constituyen otro problema en sí mismos. Las emisiones se clasifican en tres niveles: Alcance 1, 2 o 3. Las emisiones de Alcance 1 son las que genera la propia empresa, y las de Alcance 2 son las procedentes dela energía empleada para fabricar los productos, siendo ambas fáciles de determinar. Las emisiones de Alcance 3 engloban las emisiones de los productos a lo largo de la cadena de valor del cliente, como los gases de un coche después de su venta al conductor y su recopilación presenta muchas más dificultades.

Después está el problema de la divergencia entre las puntuaciones ASG, las calificaciones otorgadas a empresas por distintos proveedores de datos de sostenibilidad. Un estudio basado en los datos procedentes de seis prominentes agencias de rating ASG se encontró una marcada divergencia en las puntuaciones asignadas, consecuencia principalmente de diferencias en las metodologías empleadas.

Las prácticas de medición generaban el 56% de la divergencia, mientras que el ámbito de análisis ocasionaba un 38% y el peso dado a las distintas características ASG era responsable del 6%. La opinión general que una agencia de rating tiene sobre una empresa influye en la medición de categorías concretas, de ahí que el estudio aconsejara a los inversores que prestaran más atención a la forma de generar los datos en los que se basan las calificaciones ASG.⁷

En resumen, usted debería ahora comprender que la adopción de criterios ASG puedetransformar una cartera, así como los distintos resultados que para los clientes tienen las diferentes formas de integrar la sostenibilidad.

Notas al pie

⁶ UNPRI
⁷ https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=3438533

Uno de los motivos por los que la inversión sostenible ha pasado de nicho de mercado a estilo generalizado es el hecho de que está directamente vinculada a la resolución de algunos de los grandes problemas de nuestro tiempo. El cambio climático es el más importante de ellos y ha propiciado todo un género de inversión destinado a combatirlo, desde las energías renovables hasta el gran impulso dado a la descarbonización.

El propio cambio climático es respaldado por la importante tendencia de aumento de la regulación, normativa nueva y mayor fiscalización por parte de la sociedad en general. Los ODS constituyen una oportunidad de inversión creciente vinculada a otras tendencias y amplían las posibilidades de la inversión sostenible con la inversión de impacto. Por último, la titularidad activa puede hacer mucho para abordar la creciente preocupación sobre el respeto de los derechos humanos.

La mayor tendencia de la inversión moderna con diferencia, la lucha contra el cambio climático comenzó en serio con la firma del Acuerdo de París en 2015. Él mismo se propone limitar el calentamiento global muy por debajo de 2° C por encima de los niveles preindustriales para 2100, y preferentemente a 1,5° C. Las emisiones de gases con efecto invernadero generadas por la actividad humana desde la revolución industrial del siglo XVIII están ampliamente consideradas como la causa principal del calentamiento global.

El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) de 2022 indica que el cambio climático ya está causando problemas en todos los rincones del mundo. Describe la situación como de ‘código rojo para la humanidad’ y su principal conclusión es que el calentamiento global alcanzará 1,5°C en la década de 2030 – con más de seis décadas de antelación respecto al objetivo de 2100.

El IPCC declaró que, para combatir ese escenario, las emisiones de carbono deben reducirse a la mitad esta década, con un aumento inmediato de la adaptación para mitigar el desastre medioambiental y hacer frente a los daños y pérdidas. (En el módulo Fundamentos de la Inversión Climática puede ampliarse información al respecto.)

Tabla 2: Las consecuencias del calentamiento global

Fuente: Carbon Brief, octubre de 2018⁸

Eso ha llevado a que la mayoría de los gobiernos se comprometan a reducir emisiones para alcanzar la neutralidad de carbono en 2050, principalmente mediante la eliminación paulatina del uso de combustibles fósiles en el transporte y la producción de energía. Los inversores respondieron con la firma del Compromiso de Carbono Cero Neto en 2020, por el que se comprometen a que todos los activos gestionados sean neutrales en carbono en 2050.

Y no se trata solo de prohibiciones: la innovación necesaria para abandonar los combustibles fósiles está deparando unas enormes oportunidades de inversión. Existe un vasto mercado en el que destacan los coches eléctricos, el transporte pesado movido por hidrógeno y las tecnologías que los sustentan. También se hacen inversiones en captura de carbono y reforestación, además de pasar a una economía circular que utilice sistemas productivos que derrochen menos.

Gran parte del panorama actual está cambiando debido a nuevas leyes y reglamentos que fijan límites a las emisiones y que tratan de lograr unos mercados financieros más estables. Diversas regulaciones, desde Basilea III hasta Solvencia II, han supuesto la adopción de medidas para prevenir otra crisis financiera global y han cambiado la manera de funcionar de las entidades bancarias y aseguradoras, con una mejora significativa de su gobernanza, la G del acrónimo ASG. Las demandas y las resoluciones de accionistas que han obligado a las principales petroleras a divulgar su grado de preparación para la transición contra las emisiones de carbono también han tenido un gran impacto.

Se están poniendo en marcha otras iniciativas de diverso signo, como la exigencia de los gobiernos a las empresas de reducir los niveles de azúcar en los alimentos para combatir la obesidad, con planes para introducir impuestos sobre el azúcar en distintos países. También tenemos leyes que exigen verificaciones más profundas de las cadenas de suministro para erradicar el uso de mano de obra infantil o forzosa, condiciones de trabajo peligrosas y demás prácticas socialmente inaceptables. Y algunas exclusiones gozan ya de fuerza de ley, como la prohibición de invertir en armas controvertidas como las bombas de racimo.

Figura 7: Tendencias de la inversión sostenible

Fuente: Robeco

El Reglamento de divulgación de información sobre sostenibilidad de la UE (SFDR) ha supuesto la mayor reordenación en la forma de fomentar la inversión sostenible. El reglamento emplea un sistema de clasificación para facilitar que los inversores finales europeos identifiquen qué productos de inversión son realmente sostenibles.
Según este sistema, se ha de etiquetar cada estrategia acorde al Artículo 6, 8 o 9:

• Artículo 6: Fondos sin vocación de sostenibilidad y que no la fomentan

• Artículo 8: Fondos que no tienen un objetivo de inversión sostenible pero que promueven características ambientales o sociales

• Artículo 9: Fondos que tienen un claro objetivo de inversión sostenible como la inversión de impacto

Una paradoja potencial es que hay ciertos fondos que buscan dialogar activamente con empresas que son candidatas a la transición o invertir en empresas cuyas actividades actuales no son totalmente sostenibles, pero que están asignando importantes recursos a acometer esta transición. Estos se consideran fondos acordes al Artículo 8, pero en realidad su impacto podría considerarse mayor que el de otros fondos englobados en el Artículo 9, cuyas empresas ya son sostenibles.

Sin embargo, mientras se doten recursos de capital de cierta envergadura a las estrategias de transición y la SFDR funcione como se pretende, más posiciones deberían terminar clasificándose como inversiones sostenibles, y, por consiguiente, el número de fondos acordes al Artículo 9 podría ir creciendo con el paso del tiempo.

En ese sentido, la consulta de la Financial Conduct Authority (FCA) del Reino Unido en la que se esboza la dirección de los Requisitos de Divulgación sobre Sostenibilidad (RDS) y las etiquetas de inversión para los fondos británicos podría ofrecer una distinción más clara. En ella se establecen cinco categorías para etiquetar los fondos como ‘not promoting SI’ (sin promoción de la inversión sostenible), ‘responsible’ (responsables), ‘transitioning’ (de transición), ‘aligned’ (armonizados) e ‘impact’ (de impacto), como se muestra en el siguiente gráfico.

Figura 8: Los RDS del Reino Unido

Fuente: Financial Conduct Authority, noviembre de 2021⁹

En buena medida, todo esto obedece a la opinión pública, que ha pasado de protestar sobre la contaminación a exigir un enfoque más sostenible de las empresas y quienes compran sus bonos y acciones. El ‘dinero millenial’ ha ejercicio su influencia a este respecto. La generación nacida a partir de mediados de los años 80 heredará hasta 59 billones de dólares de aquí a 2060, lo que constituirá la mayor transferencia intergeneracional de riqueza de la historia.¹⁰ Los millenials se muestran el doble de dispuestos que otros inversores a contribuir a un mundo mejor y creen que pueden cambiar las cosas.¹¹

Otra iniciativa global para intentar que el mundo sea un lugar mejor y lograr a la vez una rentabilidad para las inversiones que se realicen con este fin son los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Se centran en problemas que van desde la erradicación del hambre hasta la mejora de la educación de las mujeres jóvenes, como se observa en el siguiente diagrama:

Figura 9: Los ODS

Fuente: www.un.org ¹²

La inversión ODS difiere de la inversión ASG en que trata de tener por medio de empresas que puedan contribuir a los objetivos, al tiempo que genera rentabilidades financieras. Con la inversión ASG, el inversor examina las características medioambientales, sociales y de gobernanza de una empresa, junto con parámetros más tradicionales como la rentabilidad, a la hora de decidirse sobre la compra de un bono o acción.

En el caso de la inversión de impacto tiene que haber intencionalidad: la intención deliberada de ejercer una influencia positiva, que debe ser cuantificable en términos de, por ejemplo, escuelas construidas o emisiones evitadas. La inversión ASG no requiere eso, aunque la mayoría de los inversores sostenibles tratarán de evitar los impactos negativos, aunque no puedan generar impactos positivos.

Los inversores pueden optar por fondos que, de un modo u otro, contribuyan a la consecución de uno o varios de los objetivos ODS. Por ejemplo, un fondo puede apostar por productores de alimentos que inviertan en productos más saludables y económicos (ODS 2), o por laboratorios farmacéuticos que desarrollen vacunas para su uso en mercados emergentes (conforme al ODS 3). Algunos fondos se centran en todos los objetivos por medio de empresas con una puntuación alta en parámetros de impacto ODS. (A este respecto, véase nuestro módulo online Essentials de la Inversión ODS).

La última megatendencia es la protección de los derechos humanos, lo que nos hace retroceder al inicio de la inversión sostenible, con la negativa de los cuáqueros a financiar el comercio de esclavos. Las listas de exclusión pueden emplearse para prohibir la inversión en empresas que toleran abusos de los derechos humanos en su actividad, como la esclavitud moderna o el trabajo infantil. El engagement es también una herramienta útil para advertir a las empresas de posibles problemas de derechos humanos en sus cadenas de suministro, sobre todo cuando se abastecen en zonas conflictivas.

La cuestión de los derechos humanos ha adquirido un perfil más relevante ante el aumento de la desigualdad dentro de los países. La propia desigualdad obedece a varias tendencias, como la globalización, la marginalización de segmentos de la sociedad y, últimamente, los efectos económicos del Covid. Esto ha alimentado a su vez, al menos en parte, el auge del populismo entre personas que se sienten marginadas y económicamente penalizadas por "el progreso". Algunos países se encuentran ante situaciones de grave malestar social que elevan las primas de riesgo y, consiguientemente, los intereses de su deuda pública.

La digitalización y su principal desventaja, el problema de la seguridad cibernética y la pérdida de privacidad, constituye otro problema de derechos humanos. Según un estudio llevado a cabo por Credit Suisse, el coste anual de los delitos informáticos se sitúa en torno a 500 miles de millones de dólares, lo que resta aproximadamente el 15%-20% del valor económico anual de Internet. No obstante, esto representa una oportunidad de inversión importante en las empresas que luchan contra estos delitos, como las de software de seguridad o las de soluciones de tecnología financiera ("fintech") para tarjetas bancarias.

La privacidad de los datos se ha abordado habitualmente mediante el diálogo, sobre todo con empresas sanitarias, que tienen archivos sensibles; bancos, que poseen datos financieros; y empresas de redes sociales, que proporcionan plataformas en las que las personas revelan datos personales de terceros.¹³

Los tiempos están cambiando y ahora vemos cómo las inversiones se reorientan a distintos ámbitos, conforme una nueva generación toma las riendas a la hora de decidir dónde se gasta el dinero.

Notas al pie

⁸ Carbon Brief, 'The impacts of climate change at 1.5C, 2C and beyond', 2018
⁹ FSC: Sustainability Disclosure Requirements (SDR) and investment labels
¹⁰ Boston College, Center on Wealth and Philanthropy
¹¹ Morgan Stanley, ‘Sustainable Signals’, 2017
¹² La utilización de los logos e iconos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (SDG), incluida la rueda de colores, se hace solo con fines ilustrativos y explicativos, sin que deba interpretarse como una aprobación por la ONU.
¹³ Credit Suisse, 'A Secure Business?', 2017

Aunque el interés por la inversión sostenible crece cada día, existe una serie de percepciones erróneas sobre la misma que persisten desde que comenzó a ocupar un lugar en la conciencia pública hace décadas.

Quizás el mito más importante sea que utilizar factores ASG en los procesos de inversión merma la rentabilidad. De hecho, hoy en día existen infinidad de pruebas que demuestran que la inversión sostenible puede mejorar la rentabilidad. Puesto que este mito es quizás el que más necesidad hay de disipar, lo analizaremos en más detalle en el .

Otro error de concepto bastante extendido es que la sostenibilidad trata solamente de temas ecológicos. Si bien es cierto que las cuestiones ambientales revisten gran importancia, la adopción de criterios ASG implica también la consideración de aspectos sociales y de gobierno corporativo. De hecho, la S y la G pueden ser mucho más importantes para ciertas empresas que la A.

Por otra parte, una idea errónea propia del siglo XXI es que la sostenibilidad solamente interesa a los millennials. Aunque es cierto que la mayoría de los jóvenes son más proclives a tenerla en cuenta que sus padres y abuelos, como describíamos en el , los estudios demuestran que todos los grupos de edad las apoyan.

Despejar este tipo de ideas equivocadas precisa de hechos y cifras, y eso ha generado a su vez otro mito más: que no existen datos suficientes para demostrar que funciona. De hecho, el problema aquí es que existen demasiados datos, lo que está propiciando la aparición de todo un sector de análisis, dedicado a ayudar a los inversores a interpretarlos.

Éstos son algunos de los mitos más habituales, pero hay más: desde que “la inversión sostenible sólo funciona en renta variable” hasta que “la inversión sostenible no vale para mercados emergentes”. Les invitamos a ver el siguiente vídeo "La verdad sobre la inversión sostenible: realidad o ficción".

En un mundo de ‘noticias falsas’, es cada vez más importante ser capaz de separar los hechos de la ficción, y ahora podrá explicarles a los clientes en qué consiste realmente la inversión sostenible.

La idea de que apostar por la inversión sostenible reduce la rentabilidad se debe a la percepción de que al perseguir un cierto ideal hay que renunciar a parte de la rentabilidad. Ello es en parte cierto en algunos sectores; por ejemplo, las empresas defensivas son muy rentables por la cantidad de guerras que se libran en el mundo, aunque se las excluye de la mayoría de fondos sostenibles por motivos éticos.

También se incurre en costes al hacer auditorías para comprobar que las cadenas de suministro no emplean trabajo infantil, supervisar las plantaciones de aceite de palma para detectar desforestación o determinar si las empresas se adecúan al Acuerdo de París. Asimismo, existen costes derivados de ejercer la titularidad accionarial activa para dialogar con las empresas y mejorar sus credenciales ASG, votando en contra de las que tienen una mala trayectoria.

Pero, como vimos en el capítulo anterior, la idea de que en general la inversión sostenible disminuye la rentabilidad es un mito muy arraigado. En última instancia, la inversión sostenible sigue siendo una inversión, que debe obtener una rentabilidad financiera para los propietarios de activos. Y no es algo que las empresas e inversores puedan ya ignorar.

El mundo cambia inexorablemente, impulsado por las normativas, los hábitos de consumo y los factores demográficos, como la política de cero emisiones netas para atajar el cambio climático. Ello está obligando a las empresas a ser más sostenibles, por ejemplo, descarbonizando sus actividades, en un entorno de creciente presión de los gobiernos y la sociedad. Quienes se queden atrás se enfrentarán a modelos de negocio que se vuelven obsoletos.

En el caso de los inversores, aquellos que dedican tiempo y esfuerzo a analizar el grado de sostenibilidad futura de las empresas pueden tomar decisiones mejor fundamentadas sobre los títulos de renta variable y renta fija por los que apostar. Esto reduce la exposición al riesgo, y ofrece además mejores rentabilidades, mejorando la ratio rentabilidad/riesgo en ambos lados de la ecuación.

El principal motivo de ello es que la esencia de la integración de criterios ASG consiste solamente en analizar los aspectos con relevancia financiera, aquellos que repercuten directamente sobre los beneficios financieros. Esto supone, por ejemplo, considerar la contaminación como un riesgo para la empresa contaminante, que puede sufrir sanciones o tener que asumir costes de limpieza, no tanto como una cuestión preocupante por sus efectos sobre la calidad del aire. Las empresas con factores sociales o de gobierno corporativo desfavorables terminarán por ofrecer una evolución peor que las que cuentan con el talento y la gestión adecuadas. Se trata de aspectos financieros, no emocionales.

La prueba de que eso funciona en la práctica puede hallarse en un estudio de 2020 de Morningstar, que clasifica los fondos de inversión según distintos parámetros, incluida la rentabilidad a largo plazo. Después otorga hasta cinco estrellas a los mejores fondos, un galardón que es muy valorado por las gestoras de activos.¹⁴

La empresa recopiló las rentabilidades de casi 4.900 fondos domiciliados en Europa, incluidos 745 fondos de renta variable sostenibles y fondos cotizados, distribuidos en siete categorías. Se midió su rentabilidad en comparación con fondos no sostenibles durante un horizonte temporal a 10 años.

Tabla 3: las tasas de éxito de los fondos sostenibles según el estudio de Morningstar

Fuente: Morningstar Direct. Morningstar Research. Datos a 31/12/2019

La principal conclusión fue que cerca del 59% de los fondos sostenibles que se vendían en 2019 superaban a su homólogo tradicional subsistente medio. Además, se demostró que los fondos sostenibles tenían mayor capacidad de permanencia, ya que el 72% de los fondos disponibles en 2009 todavía subsistían 10 años después, en lugar de solo 46% entre los fondos tradicionales.

Al analizar la rentabilidad hasta junio de 2020, el estudio encontró que los fondos sostenibles resistieron mejor que sus homólogos tradicionales durante la oleada de ventas del inicio de la crisis del Covid, generando una rentabilidad superior en todas las categorías menos una. Otra conclusión fue que los fondos con menores costes solían tener mayores probabilidades de éxito que aquellos con comisiones más altas.

“Las rentabilidades medias y las tasas de éxito de los fondos sostenibles de las siete categorías de Morningstar sugieren que los fondos sostenibles no entrañan una pérdida de rentabilidad”, se afirma en el estudio. “En realidad, la mayoría de los fondos sostenibles ha registrado resultados superiores a fondos tradicionales comparables en diversos horizontes temporales”.

En resumen, hemos aprendido que el uso de la integración ASG propicia unas decisiones de inversión mejor fundamentadas que pueden mejorar las rentabilidades ajustadas al riesgo y ser positivas para la rentabilidad. Además de eso, el estudio de Morningstar demostró que las estrategias sostenibles son en general más rentables y más resilientes que sus homólogas no sostenibles. Mientras que las exclusiones se basan en consideraciones éticas, la integración ASG tiene un carácter financiero, no psicológico.

Nota al pie

¹⁴ https://www.morningstar.com/research

A menudo se piensa en el inversor como en una persona que posee participaciones en empresas con el fin de obtener cierta rentabilidad, o recibir dividendos. Pero existen otros propósitos. Un accionista es también en parte dueño de la empresa, y un bonista es quien la provee del capital que necesita, de manera que ambos pueden aprovechar su posición para exigir cambios, cuando resulta apropiado.

Los inversores utilizan cada vez más su poder como propietarios para influir en la manera en que se gestionan las entidades, con el fin de proteger o mejorar sus inversiones. Este tipo de prácticas de titularidad activa se sitúan actualmente a la vanguardia de la inversión sostenible, y pueden resultar especialmente eficaces cuando los accionistas unen fuerzas para promover cambios en cuestiones de notable importancia.

Existen dos formas de hacerlo: mediante el ejercicio de los derechos de voto y a través del engagement. Las colaboraciones en las que distintos inversores trabajan al unísono en alguna de esas opciones se están revelando cada vez más efectivas.

Los inversores descontentos con las políticas de una empresa pueden votar en contra de ellas en la junta de accionistas. También pueden presentar propuestas de acuerdos que propicien cambios, u oponerse a la aprobación de acuerdos que les desagraden. Individualmente, un accionista puede representar sólo un pequeño porcentaje del capital, y ser por tanto incapaz de marcar diferencias por sí solo, por ello muchos inversores están uniendo fuerzas para hacer frentes comunes. Por ello han proliferado tanto las asociaciones de inversores que adoptan posturas comunes sobre las cuestiones más importantes y colaboran entre ellos.

En junio de 2021 se vio un buen ejemplo del cambio positivo alcanzado con una resolución conjunta, con la que se eligió a tres consejeros propuestos por accionistas para el consejo de ExxonMobil – contra el deseo del gigante petrolero– que los inversores consideraban más idóneos para combatir el cambio climático y dirigir a la empresa en la transición hacia energías limpias.

Las resoluciones ‘Say on Climate’ son cada vez más habituales. Con ellas, los accionistas votan sobre la estrategia de transición energética presentada por los directivos, confirmado si creen que supone una trayectoria de descarbonización razonable o si la empresa necesita replantearse su estrategia.

Un tema que ha generado gran oposición en las votaciones de las juntas generales ha sido el nivel de remuneración de los directivos de las empresas, sobre todo los aumentos de la retribución de los consejeros no asociados a los beneficios o al éxito de las empresas. En virtud de las iniciativas ‘Say on Pay’, los accionistas pueden votar contra los paquetes salariales o también en contra de la renovación de los consejeros, si consideran que la remuneración es excesiva.

El voto puede ejercerse directamente, pero es habitual el ejercicio por ‘delegación’ – recurriendo a empresas especializadas que votan en nuestro nombre. Al decidir por qué normas regirse, muchos inversores optan por los principios de la Red Internacional de Gobierno Corporativo "ICGN" (International Corporate Governance Network) para evaluar las buenas prácticas. En muchos casos también prefieren adoptar códigos de buen gobierno o las normas de un mercado nacional, como es el caso de quienes operan hoy en día en Japón.¹⁵

El engagement es el proceso de entablar un diálogo formal con empresas que tengan un problema relacionado con algún aspecto de la sostenibilidad, y que se considere probable que vaya a afectar su rentabilidad y su valor patrimonial en el futuro.

Se trata de cuestiones referidas a diversas áreas del espectro ambiental, social y de gobierno corporativo, y en casos de gravedad, incluso a los tres factores, como es el uso de la posición del accionista para hacer que los productores de cacao dejen de sobreexplotar la tierra (A) y utilizar mano de obra infantil (S) y que a la vez sometan su gestión a un control serio (G). El engagement conlleva cada vez más oponerse a la tardanza en adoptar tendencias internacionales, como reducir el calentamiento global o mejorar la seguridad cibernética.

Hemos realizado un documental sobre cómo funciona en realidad el engagement. Para verlo, haga clic en el vídeo.

Sin embargo, resulta importante distinguir entre el engagement enfocada a conductas empresariales o a productos. Las conductas a menudo pueden cambiarse, pero si una empresa fabrica cigarrillos, por ejemplo, por mucha engagement que haya no es probable que deje de hacerlo. Es en estos casos cuando el inversor pasa directamente a la exclusión.

Sin embargo, cuando resulta posible, los inversores prefieren primero tratar con las empresas las cuestiones problemáticas antes de amenazarlas con la exclusión. El motivo de ello es que, una vez excluida una empresa, no es posible interactuar con ella, y los inversores no pueden ejercer su influencia para buscar mejoras en los aspectos ASG.

La desinversión plantea un problema similar, en el sentido de que solo transfiere la propiedad de un inversor descontento a otro más dispuesto, sin abordar el problema de fondo. Desinvertir en productoras de carbón térmico, por ejemplo, puede hacer que una cartera sea más sostenible, pero no contribuirá en modo alguno a la descarbonización general. En lugar de ello, los inversores han centrado sus esfuerzos en tratar de persuadir a los productores de combustibles fósiles para que cambien sus modelos de negocio y apuesten por las renovables.

Las colaboraciones son cada vez más importantes para lograr objetivos cuando muchos inversores persiguen el mismo fin. Aunque los gestores de activos pueden estar en desacuerdo sobre las exclusiones, la inversión de impacto o incluso el propio concepto de inversión sostenible, pocos discuten la necesidad de combatir el cambio climático o de abordar problemas realmente atroces, como la esclavitud moderna.

Ahí es donde la colaboración puede tener un efecto enorme, sobre todo cuando se centra en el engagement colectivo. Para una empresa con emisiones de carbono elevadas que sea reacia al cambio puede ser fácil ignorar a un único inversor interesado en la descarbonización; pero le resultará casi imposible ignorar a una alianza de varios inversores cuya participación conjunta sea elevada.

• Climate Action 100+ supone un buen ejemplo de colaboración. Constituida en 2017, el grupo tiene en la actualidad 700 miembros que se encargan de gestionar activos por 68 billones de dólares.¹⁶ Inicialmente creada con vistas a los 100 mayores emisores del mundo, ahora interactúa con 166 empresas responsables del 80% de las emisiones globales.

• La iniciativa Net Zero Asset Managers Initiative constituye otra colaboración importante. Constituida en 2020, el grupo tiene en la actualidad 236 miembros que gestionan activos por 58 billones de dólares y que han suscrito el Compromiso Carbono Cero Neto.¹⁷ Este compromiso vincula a sus miembros a lograr las cero emisiones netas en sus activos en 2050, en línea con los compromisos nacionales de cumplir con el Acuerdo de París.

• Las colaboraciones no climáticas incluyen la iniciativa Platform Living Wage Financials, un grupo neerlandés que trata de elevar los salarios de los sectores con sueldos bajos como el textil, alimentario, agrícola y minorista, así como la red International Corporate Governance Network, dedicada a mejorar en todo el mundo la G del acrónimo ASG.

También son importantes las colaboraciones con el mundo académico, sobre todo para fomentar la investigación en temas de inversión sostenible. El Grupo de Líderes de Inversión del Instituto para el Liderazgo en Sostenibilidad de la Universidad de Cambridge es una red mundial de fondos de pensiones, aseguradoras y gestoras de activos comprometidos a fomentar la inversión sostenible. La Plataforma de Creación de Valor Sostenible de la Universidad Erasmus trata de ampliar conocimientos por medio del análisis y la educación, aunando investigación académica, ONG y profesionales del sector financiero.

Las ONG pueden ser útiles por su experiencia en sus correspondientes campos, como el Fondo Mundial para la Naturaleza de los Países Bajos, que asesora a los gestores de activos sobre cómo invertir de una forma más respetuosa con el medio ambiente.

En base a la información anterior, deberíamos de ser conscientes ahora de cómo pueden utilizar los inversores su condición de propietarios para conseguir mejoras de ASG en las empresas participadas.

Notas al pie

¹⁵ http://icgn.flpbks.com/icgn-global-governance-principles-2017/
¹⁶ https://www.climateaction100.org/
¹⁷ https://www.netzeroassetmanagers.org/

Las eléctricas están en primera línea a la hora de reducir la dependencia mundial de los combustibles fósiles. Como proveedores de electricidad, durante décadas han quemado carbón, gas y petróleo para satisfacer las crecientes necesidades de la sociedad. Pero también pueden formar parte de la solución, como Enel ha demostrado.

Esta multinacional italiana de la energía ha interactuado con los inversores desde 2015, últimamente por medio de la iniciativa Climate 100+, que trata de descarbonizar los mayores emisores del planeta. El engagement se proponía animar a esta eléctrica, la mayor de Europa, a abandonar el modelo de los combustibles fósiles con mayor rapidez. Ello ha servido para obtener un cambio espectacular.

En primer lugar, el engagement se centró en la paulatina eliminación del carbón, que en 2015 suponía el 20% de la capacidad instalada de Enel. Este porcentaje se ha reducido después hasta menos de un 8% al final de 2021, y la empresa se ha comprometido a eliminar completamente el carbón en Italia en 2025 y en todo el mundo en 2027. Las cifras se refieren a las actividades admisibles según las recomendaciones del grupo de expertos técnicos de la UE.

Figura 10: Enel de un vistazo

Fuente: Enel, Robeco, julio de 2022

En 2020 se alcanzó otro hito, cuando la empresa acordó el nombramiento de un experto en energía renovable como consejero independiente de su consejo. Para ello se valió de la posibilidad existente en Italia de que los accionistas nombren consejeros no ejecutivos en colaboración con Assogestioni, la asociación italiana de gestores de activos.

Un tercer éxito se logró cuando nos dimos cuenta de que Enel era muy buena reduciendo emisiones de Alcance 1 (generadas por la empresa) y de Alcance 2 (generadas por la energía utilizada), pero no tanto las de Alcance 3. Estas últimas son las generadas por los usuarios finales del producto, los clientes de la venta de gas para calefacción en el caso de Enel, y es mucho más difícil mitigarlas.

El engagement en este asunto puso en marcha una cadena de acontecimientos que conducirían al compromiso histórico de noviembre de 2021, cuando Enel manifestó que adelantaría su objetivo cero neto de 2050 a 2040 en todos los alcances. De tener éxito, Enel se convertirá en la primera eléctrica en generar electricidad exclusivamente de fuentes renovables.

La deforestación supone una grave amenaza de cambio climático. No solo destruye un importante sumidero de carbono, sino que también libera en la atmósfera el carbono que contienen los árboles, una situación que empeora si los árboles se queman en lugar de cortarlos. Un lugar donde la deforestación ha sido enorme es la selva amazónica, de la que ya se ha destruido una cuarta parte.

Para tratar de luchar contra esa pérdida, el equipo de diálogo con los inversores sobre política de deforestación (IPDD) se reunió con el vicepresidente de Brasil en enero de 2020 y celebró otra reunión de seguimiento en julio de ese año. El IPDD es un grupo de colaboración formado por 55 entidades financieras, respaldado por la Alianza de la Selva Tropical, el Foro Económico Mundial y los PRI. Las conversaciones fueron descritas como ‘prometedoras’, después de que el gobierno brasileño se comprometiera a abordar la deforestación.

Fue la primera vez en que los inversores han dialogado directamente con un gobierno. Aparte de la necesidad de detener la deforestación y proteger la biodiversidad, existe un interés financiero, ya que Robeco lleva tiempo invirtiendo en bonos soberanos y acciones brasileñas. La deforestación perjudica la puntuación ASG de Robeco, lo que repercute en una valoración inferior de bonos y acciones.

Antes del diálogo, una colaboración de más de 200 inversores emitió un comunicado en septiembre de 2019 por el que instaba a las empresas que se abastecían de productos de la Amazonia a asegurarse de que sus cadenas de suministro no implicaban el desmonte de la selva tropical. Buena parte del vacuno o la soja producida en terrenos deforestados se utiliza en la producción de alimentos occidentales o acaba en restaurante o supermercados.

El efecto que la integración ASG tiene en las decisiones de inversión puede verse en más de 375 casos de inversión confeccionados por el equipo de Renta Variable Desarrollada Global de Robeco entre 2017 y 2022. En más de la mitad de esos casos, la forma en que se integraron factores ASG significativos afectó a la valoración hecha de la empresa. El grueso de ajustes fue positivo, lo que significa que los precios objetivo aumentaron tras un análisis ASG en profundidad, algo indicativo de que el equipo se centró principalmente en las oportunidades que los factores ASG pueden deparar.

La importancia de los factores ASG como parte de la valoración global de la empresa fue a continuación empleada como reflejo de la contribución que esos factores hacen a la rentabilidad de inversión. Como muestra la tabla posterior, de todos los casos analizados, el 34% tuvo una contribución ASG positiva, mientras que el 22% tuvo un impacto negativo en la valoración. El análisis ASG no justificaba un ajuste de valoración en alrededor del 44% de los casos.

Figura 11: la integración ASG se traduce en ajustes de valoración

Fuente: Robeco Sustainable Global Stars Equities, enero de 2021.

En un estudio separado, se concluyó que excluir de las carteras los sectores aeroespacial y de defensa tuvo un efecto positivo sobre las rentabilidades medias entre 2017 y 2022. Sin embargo, aunque ambos sectores han perdido adeptos con el paso de los años, se han recuperado en 2022, de la mano de la incertidumbre económica y la preocupación sobre la guerra. Ello significa que la falta de exposición a estos sectores mermó la rentabilidad en 2022.

La contaminación de los plásticos es uno de los mayores problemas medioambientales. La práctica totalidad de los productos de su supermercado tiene algún tipo de envase plástico, y en su mayor parte es de un solo uso y no se recicla. Cada año se arrojan a los océanos más de nueve millones de toneladas de plástico, lo que significa que, de no hacerse nada, en los océanos habrá más plástico que peces en 2050.

Sin embargo, las empresas que fabrican plásticos están abiertas al diálogo con vistas a resolver el problema. Se les pidieron mejoras en cinco áreas: gestión de la innovación para encontrar soluciones y alternativas a los plásticos de un solo uso; reciclaje de plásticos; armonización de los plásticos para mejorar el reciclaje de envasados plásticos; comportamiento responsable como grupo de presión y mayor colaboración sectorial.

Figura 12: Cinco áreas de mejora

Fuente: Robeco

Nestlé fue un éxito destacado. La empresa expuso una hoja de ruta clara para eliminar plásticos perjudiciales y actividades de deforestación, y para tratar de eliminar productos elaborados con una combinación de plástico y papel, como láminas, tapones, revestimientos, y capas de sellado de cápsulas de café, entre otros muchos. Esta iniciativa pone de manifiesto un compromiso claro para reducir la complejidad de los plásticos.

La empresa invirtió 1.500 millones de euros para abastecerse de dos millones de toneladas de plástico reciclable para alimentación en cinco años, para así lograr su objetivo de abastecerse al 100% de plástico reutilizable o de fuentes reciclables en 2025. Nestlé manifestó que en 2021 el 88% de su envasado fue reciclable o reutilizable, más del doble del 40% de materiales empleados en 2020 que provenían de fuentes renovables.

Por último, el análisis ASG puede revelarse extraordinariamente útil para detectar riesgos que se refieren a una empresa, con exclusión de otras, lo que brinda una ventaja en la selección de acciones sostenibles. En 2020, dicho análisis sirvió para la detección de posibles riesgos a la baja en el caso de los bonos emitidos por una empresa farmacéutica que había recortado drásticamente su presupuesto para investigación y desarrollo (I+D).

Los laboratorios suelen dedicar en torno al 15-20% de sus ingresos a I+D, para dotarse de una línea de lanzamiento regular de nuevos productos. Sin embargo, un estudio exhaustivo reveló que esta empresa había reducido su gasto en I+D al 3%-4%, capturando beneficios a corto plazo a costa de su capacidad de generación de valor futuro. El análisis ASG también puso de manifiesto las excesivas remuneraciones de los administradores de la empresa, sus deficientes medidas de control interno y las enormes subidas en los precios de sus fármacos.

Todo ello generaba un gran riesgo para los titulares de los créditos. Seguidamente, los intereses de los bonos de la empresa se incrementaron considerablemente con respecto a los del resto de sus competidores. Esto confirmó nuevamente que las empresas poco sostenibles son más caras de financiar.

En conjunto, además de los ejemplos vistos para subrayar la vital importancia del engagement, ahora podrá mostrar a los clientes casos de estudio reales que respalden lo anteriormente aprendido.

1. Los Principios de las Naciones Unidas para la Inversión Responsable (UNPRI) definen la inversión responsable como la estrategia y la práctica de incorporar factores ambientales, sociales y de gobernabilidad (ASG) a las decisiones sobre inversión, y de ejercer activamente la titularidad accionarial. La inversión sostenible va más allá y adopta unas prácticas ASG progresivas para tratar de generar valor, mientras que la inversión de impacto buscar marcar la diferencia sobre el terreno.
   
   

2. No es un concepto unívoco, no existe una forma "correcta o incorrecta" de aplicarla. Existen básicamente tres enfoques: utilizar exclusiones, integrar la inversión sostenible en una estrategia de inversión general, o adoptar la inversión de impacto. La doble materialidad es clave: fijarse en el efecto que la empresa tiene en el mundo, así como en el efecto del mundo en la empresa.
   
   

3. La integración de criterios ASG consiste en la inclusión sistemática de cuestiones ambientales, sociales y de gobierno corporativo en el análisis de las inversiones, y tradicionalmente se ha hecho en tres fases. Sin embargo, lo que resulta vital es centrarse en aspectos con relevancia financiera, con efecto directo sobre la cifra de beneficios. Además, conseguir los datos adecuados es crucial, sobre todo los relativos a emisiones.
   
   

4. La inversión sostenible guarda relación con temas actuales de gran trascendencia. Son cuatro las megatendencias en que se basa: lucha contra el cambio climático; nuevas normativas como el SFDR; los Objetivos de Desarrollo Sostenible; y los derechos humanos. Esta última obedece a su vez a megatendencias como la desigualdad, que ha aumentado con el Covid, la inmigración y la desglobalización.
   
   

5. Aunque la inversión sostenible se ha generalizado, sigue habiendo una serie de percepciones erróneas sobre ella. La más habitual es que se traduce en rentabilidades menores, o que se refiere solo a temas ecológicos, cuando de hecho abarca todo el espectro ASG. Otros mitos incluyen la idea de que sólo funciona en mercados desarrollados o que no interesa más que a los millennials.
   
   

6. Los estudios de Morningstar han demostrado que las estrategias sostenibles batieron en general a sus homólogas sin integración ASG, y que además eran más longevas. Principalmente, ello se debe a que las empresas que adoptan prácticas ASG progresivas parecen tener mejores modelos de negocio a largo plazo que se traducen en riesgos menores o en mejores oportunidades de inversión.
   
   

7. No se trata solo de decidir qué bonos o acciones comprar; la titularidad accionarial activa juega un papel importante en la inversión sostenible. Consiste en la utilización por parte de los inversores de su poder como titulares de activos para influir en la conducta de las empresas, ya sea mediante las votaciones en las juntas generales o a través del engagement. La colaboración entre inversores ha adquirido una gran importancia para conseguir cambios.
   
   

8. Por último, hemos analizado una serie de casos prácticos que demuestran cómo estas teorías funcionan en la práctica. El caso de Enel muestra que el engagement puede ser eficaz para cambiar los modelos de negocio y que las colaboraciones sirven para detener la deforestación. El análisis ASG afectó a las valoraciones la mitad de las veces en las estrategias Robeco, mientras que las exclusiones tanto aumentaron como disminuyeron los rendimientos

Ahora que ya hemos repasado todos estos puntos, ya está listo para realizar la prueba de conocimientos.