Hoy por hoy, los ODS se han convertido en una estrategia clave, una fuerza disruptiva, una oportunidad convincente. Desde hace tiempo, venimos observando cómo los valores de los consumidores están cambiando, lo cual incide sobre sus decisiones en materia de consumo e inversión.
Al igual que sucede con el consumo, en el ámbito de la gestión de activos los inversores no solo demandan más sostenibilidad, sino que exigen el uso de parámetros específicos para medirla y una mayor transparencia en sus inversiones. Buscan confianza en la relación existente entre dónde invierten y su impacto.
El interés de las empresas en los ODS va en aumento, nada sorprendente si tenemos en cuenta que se trata de una oportunidad de negocio que alcanzará los 12 billones de dólares en 2030. De acuerdo con los Principios de Inversión Responsable de Naciones Unidas, alcanzar los ODS será una palanca de impulso para la prosperidad económica.
Ante el creciente interés de los accionistas por los ODS, cabe esperar que la importancia de su impacto y las herramientas para cuantificar y publicar la contribución a ellos por parte de las empresas continúen creciendo. Esto convertirá la inversión en ODS en un imperativo social, una necesidad económica y una oportunidad billonaria.