01-11-2018 · Visión

Tres megatendencias que modelan nuestro mundo

Tres megatendencias que ejemplifican cada una de las vertientes del espectro ASG (ambiental, social y de gobierno corporativo) están configurando el mundo de la

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  • Masja Zandbergen-Albers - Head of Sustainability Integration

    Masja Zandbergen-Albers

    Head of Sustainability Integration

El cambio climático continúa siendo el principal reto para la sostenibilidad al que se enfrenta la humanidad, y está causando un cambio de proporciones sísmicas en los modelos de negocio. El aumento de la desigualdad hace que se analicen los países desde una perspectiva "top-down", sobre todo en el caso de los inversores de renta fija, mientras que la ciberseguridad plantea tanto una oportunidad como un riesgo en términos "bottom-up".

Megatendencia 1: cambio climático

El Instituto para el Liderazgo en Sostenibilidad de la Universidad de Cambridge trató de medir el impacto teórico de tres posibles situaciones de lucha contra el calentamiento global.1 La posibilidad más benigna era una transición rápida desde los combustibles fósiles hacia una economía de bajo carbono, que requeriría una tremenda inversión en nuevas infraestructuras. El cambio sería costoso y daría lugar a un corto periodo de elevada volatilidad y lento crecimiento.

El 8 de octubre, un informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático alertó de que el objetivo de limitación del calentamiento global a 1,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales para el año 2100 probablemente se alcanzaría en 2030, lo que dejaría tan solo 12 años desde ahora para combatirlo.2 En el informe se advierte de la gran diferencia de impacto que tendría para la vida en nuestro planeta que el objetivo pasara de 1,5°C a 2,0°C.

Desgraciadamente, la posibilidad más plausible sería una situación en la que las tendencias del pasado prácticamente se mantuvieran igual, con una subida de las temperaturas de 2,0-2,5°C por encima de los niveles preindustriales para 2100. El mundo lograría lentamente reducir su dependencia de los combustibles fósiles, pero necesitaría más tiempo para que pudieran notarse las ventajas positivas de la nueva economía de bajo carbono.

La tercera situación hipotética supondría dar total prioridad al crecimiento, en detrimento de los riesgos asociados al cambio climático. Inicialmente, el crecimiento dependería en gran medida de los combustibles fósiles. Pero la confianza del mercado en la evolución futura de la economía iría empeorando gradualmente a causa de la degradación medioambiental, la escasez de agua y el agotamiento de los recursos.

En el estudio de Cambridge se calculan los efectos de estas tres situaciones potenciales tomando cuatro tipos de carteras modelo: conservadora (bajo riesgo), equilibrada, agresiva (alto riesgo) y sólo renta fija. En los dos primeros supuestos, el sector más denostado en los mercados desarrollados sería el inmobiliario, seguido del de materiales básicos, construcción y producción industrial.

Los sectores con mejor rendimiento serían transporte, agricultura y comercio minorista. Como cabría esperar, el efecto a largo plazo del tercer supuesto sobre la rentabilidad prevista es más elevado en el caso de la cartera de mayor riesgo, por ser la que presenta más exposición a renta variable, mientras que la cartera de sólo renta fija sería la peor parada.

Megatendencia 2: aumento de la desigualdad

Según un informe del Fondo Monetario Internacional, aunque la desigualdad global entre países ha descendido en las últimas tres décadas, ha aumentado enormemente dentro de cada país.3 Se afirma que el 53% de los países han experimentado un aumento en la desigualdad de las rentas a lo largo de este periodo, aumento que es más agudo en las economías avanzadas (sobre todo, Estados Unidos), pero también en grandes mercados emergentes como China, Rusia y la India.4

Seis factores parecen ser responsables de ello. La globalización está incrementando la oferta de mano de obra barata, por medio de la integración de los mercados emergentes en la economía global, y eso ha desplazado a los trabajos de renta baja en las economías avanzadas. En todas partes, los avances tecnológicos han hecho crecer la demanda de mano de obra cualificada, a costa de los trabajadores de menor capacitación, y la emigración ha elevado la disponibilidad de mano de obra en las economías avanzadas. Además, la disminución del número de afiliaciones sindicales ha reducido considerablemente la capacidad de negociación colectiva de los trabajadores, lo cual ha contribuido a la presión sobre los salarios.

Para los ricos, el trozo del pastel económico que va a los beneficios empresariales ha aumentado, favoreciendo a los que más ganan, ya que una parte proporcionalmente mayor de sus rentas depende de dichos beneficios. En paralelo, la política monetaria expansionista ha generado inflación de los precios de los activos, lo que alimenta la desigualdad al disparar el precio de las acciones y de la vivienda, normalmente en manos de los hogares más ricos.

Para los inversores, los países donde crece la desigualdad se enfrentan a posibles situaciones de malestar social, y la calidad crediticia de su deuda soberana es inferior. La desigualdad puede desembocar en un empeoramiento de las perspectivas económicas, un aumento de la volatilidad de los resultados de inversión (y una disminución de los mismos), así como una reducción de las oportunidades de inversión atractivas. Por todo ello, un enfoque estructurado que incorpore información ASG específica de cada país a los procesos de inversión podría resultar muy valioso para los inversores a la hora de tomar decisiones.

Megatendencia 3: ciberseguridad

La sociedad está cada vez más digitalizada y conectada, lo que ha dado lugar a una proliferación de los delitos informáticos, con cifras bastante alarmantes. Un estudio realizado por la empresa de ciberseguridad Symantec revela que el número de ataques aleatorios aumentó un 36% en 2017, y que uno de cada 123 mensajes de correo electrónico puede estar infectado por malware. En el mismo año, el 6,5% de los usuarios de Internet fueron víctimas de suplantaciones de identidad, con una pérdida conjunta de 16.000 millones de USD, según Javelin Strategy & Research.

Aunque la envergadura del mercado global de ciberseguridad resulta difícil de calcular debido a la proliferación de nuevos productos y servicios de la mano de cientos de empresas de nueva creación, dos reputadas consultoras de análisis de mercados, Gartner e IDC, sitúan su volumen actual en torno a los 80.000-90.000 millones de USD, e indican que podría llegar a rebasar los 100.000 en 2019.

El lado positivo de todo esto es que proporciona multitud de oportunidades para que los proveedores de soluciones desarrollen nuevos negocios de gran éxito. Pero la competencia es feroz, y el éxito no está garantizado, de modo que los inversores deben adoptar un enfoque muy activo en este terreno. La interacción activa por parte de los inversores en el ámbito de la ciberseguridad puede resultar clave también para que las empresas logren minimizar la amenaza de un ciberataque.

Construyendo un futuro sostenible

En conclusión, el cambio climático, la desigualdad y la ciberseguridad son sólo tres ejemplos de la multitud de megatendencias que están transformando rápidamente el mundo que nos rodea. La evolución demográfica, el lado oscuro de la concentración demográfica en zonas urbanas y la polarización de la esfera política son sólo algunas de las megatendencias que ha identificado el Foro Económico Mundial en 2018.

Es responsabilidad colectiva de los gobiernos, empresas e inversores de todo el mundo proteger la sostenibilidad futura, tanto para nosotros como para las generaciones venideras. Estas tendencias demuestran que la sostenibilidad ya no es un tema de inversión aislado, sino un fenómeno con muchas vertientes, cuyo hábitat no se circunscribe a un puñado de industrias y sectores, ni siquiera a una zona geográfica delimitada.

The Big Book of Sustainable Investing