27-01-2022 · SI Dilemmas

Los dilema de la IS: ¿Es más importante la “A” o la “S”?

La inversión sostenible se ha convertido en una corriente mayoritaria en nuestra industria, pero no es una ciencia perfecta y presenta multitud de retos para los profesionales que la practican. En el primer artículo de nuestra nueva serie “Los dilemas de la IS”, Rachel Whittaker, Directora de análisis en inversión sostenible, comenta uno de estos dilemas: poner mayor énfasis en los factores ambientales o en los sociales.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se describen como “un plan común de paz y prosperidad para los pueblos y el planeta”, situando así a la humanidad en el centro del desarrollo sostenible. Los objetivos sociales superan ligeramente en número a los de tipo ambiental, y figuran más arriba en la secuencia general de objetivos. Sin embargo, es comprensible que los inversores sostenibles a veces piensen que solucionar los problemas ambientales tiene más prioridad que resolver otras cuestiones sociales.

La mayoría de los fondos de IS siguen teniendo en cuenta una amplia variedad de aspectos ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG). Pero, a medida que ha ido madurando el mercado para la inversión sostenible y de impacto, ciertas cuestiones ambientales, como el cambio climático, la escasez de agua, la salud de los océanos o la biodiversidad están recibiendo relativamente mayor atención por parte de los inversores, en comparación con aspectos sociales tales como los derechos humanos, las condiciones de trabajo y el acceso a servicios financieros, educación y atención sanitaria.

Por ejemplo, realizando una búsqueda sencilla en una de las numerosas bases de datos sobre fondos sostenibles y éticos se observa un patrón recurrente: el 12% se centran exclusivamente en temas medioambientales y solo el 3% lo hacen particularmente en cuestiones sociales1. Este patrón no es nuevo: MSCI puso en marcha su primer índice de acciones de temática ambiental en 2009, pero hasta 2016 no apareció en su familia de índices ASG uno enfocado en aspectos sociales (el índice Women’s Leadership)2.

Emisiones de bonos verdes

También en el mercado de renta fija, el primer bono verde “oficial” se emitió en 2008 (por el Banco Mundial), con el compromiso de destinar el capital recabado exclusivamente a proyectos ambientales. La Asociación Internacional de Mercados de Capitales (ICMA) publicó los principios para los bonos verdes a principios de 2014. Aunque las pautas para los bonos sociales les siguieron apenas dos años después, el volumen de emisiones de bonos verdes fue infinitamente mayor que el de los bonos sociales hasta 2020, cuando las emisiones de este tipo de títulos finalmente despegaron (impulsadas por la pandemia de Covid-19). Los bonos verdes siguen conformando la mayor parte de los activos del mercado colectivo de bonos verdes/sociales/sostenibles3.

Existen varias teorías sobre estas diferencias de popularidad entre las inversiones ambientales y las sociales. Algunas aducen que los problemas ambientales, como las emisiones o el consumo de agua, resultan más fáciles de definir y medir que los de tipo social, como la salud o el bienestar. Esto hace que resulte más fácil para los inversores sostenibles la incorporación sistemática de datos ambientales a sus procesos de inversión. También puede resultar más sencillo identificar soluciones técnicas invertibles para muchos problemas ambientales, mientras que las respuestas a cuestiones sociales pueden depender más de cambios de comportamiento, y la definición de éxito puede variar de una cultura a otra. Esto motiva que el factor ambiental sea una vertiente popular entre los inversores temáticos interesados en el impacto de los productos, sobre todo cuando existe apoyo político a las industrias verdes.

Ritmo de regulación

Sin embargo, aunque puede entenderse que los inversores se vean quizás motivados por la búsqueda de resultados, en el caso de los organismos reguladores resulta más difícil sostener este argumento. La regulación de la IS ha avanzado más rápido en el caso de la inversión ambiental que en el de su homóloga social. A pesar de la larga trayectoria de la IS en lo que se refiere al abordaje de diversas cuestiones ASG, el trabajo sobre la Taxonomía Sostenible de la UE comenzó en 2018 centrándose casi exclusivamente en aspectos ambientales, relegando las cuestiones sociales a una breve mención sobre el cumplimiento de unos mínimos en materia de derechos humanos. Finalmente, comenzó a trabajarse en una Taxonomía Social en 2021. El hecho de que actualmente se esté debatiendo si las taxonomías deben ser colectivas o diferenciadas pone de manifiesto que incluso los expertos se enfrentan a la misma cuestión que todos los inversores: ¿cómo equilibrar todas las vertientes que compiten por nuestra atención?

Sin embargo, ciertos temas sociales están ganando impulso discretamente, incluso a pesar de que las cuestiones ambientales acaparen todo el protagonismo. La igualdad de género ha ido cobrando importancia como tema de inversión a lo largo de la última década, pasando de tan solo cinco fondos del mercado público especializados en esta temática en 2012 a más de 50 en 2019; y con un volumen total de activos bajo gestión de 11.000 millones de USD a finales de 20204.

Interconexión entre A y S

Recientemente, la comunidad inversora en cuestiones de género ha comenzado a fijarse más de cerca en la interconexión entre la igualdad de género y los retos ambientales. Los inversores vienen preguntándose si una estrategia de inversión o de impacto centrada en la igualdad de género estará cumpliendo realmente sus objetivos si no aborda también las desigualdades relacionadas con el clima5. Naciones Unidas reconoce la vinculación entre la igualdad de género y el cambio climático desde hace más de una década.

Las mujeres y las niñas son a menudo más vulnerables a los efectos del cambio climático, ya que representan una amplia proporción de las personas pobres del mundo, y es más probable que dependan de los recursos naturales locales que se ven afectados por el cambio climático. Tienen menos posibilidades de participar en los procesos de toma de decisiones, es menos probable que dispongan de recursos financieros con los que sustentarse y seguramente deban ocuparse más de ciertas necesidades domésticas tales como el agua potable, los alimentos o el combustible. El cambio climático dificultará todas estas cuestiones, sobre todo en los países en vías de desarrollo. Sin embargo, las mencionadas responsabilidades también hacen que las mujeres representen un papel decisivo en la adopción de los cambios de estilo de vida necesarios para la adaptación a los cambios en el medio6.

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Promover un cambio positivo

Esta interrelación entre A y S existe en todo el espectro de los retos sostenibles. Serán los más pobres de la sociedad quienes deberán hacer frente a una parte desproporcionadamente mayor de los efectos más perjudiciales del cambio climático; no se puede lograr una buena salud para todos sin comprender que el cambio climático y el acceso al agua potable afectan a los patrones de morbilidad. Asimismo, la erradicación del hambre se encuentra indisolublemente asociada a la gestión de los efectos del cambio climático y la biodiversidad sobre la productividad agrícola. Intentar desligar por completo las cuestiones A y S y sopesar su importancia relativa podría en última instancia distraernos del objetivo de promover un cambio positivo e identificar oportunidades de inversión atractivas.

Examinar nuestras opciones de inversión a través de una lente específicamente A o S puede ayudar a los inversores a alinearse con una serie concreta de valores o metas. Pero una estrategia eficaz de inversión o de impacto debe dar cabida a la imposibilidad de abordar de forma aislada ningún reto u oportunidad relacionada con la sostenibilidad. Los inversores sostenibles también pueden contribuir a la labor de asegurar que la adopción de un enfoque adecuado para los retos sociales siga siendo una cuestión prioritaria en la agenda de las empresas, los organismos reguladores y los gobiernos, a través del ejercicio de sus derechos de voto, la interacción y la implicación en las distintas iniciativas del sector financiero.