El cambio climático es la alteración a largo plazo de los patrones meteorológicos provocada por el calentamiento global. Si no se hace nada, el calentamiento de la tierra se traducirá en un riesgo físico significativo derivado de la mayor gravedad de huracanes, inundaciones, sequías e incendios forestales. El número de estos fenómenos ha ido en aumento conforme el planeta registra años cada vez más cálidos.

El aumento del nivel del mar por la mayor pluviometría y el deshielo de los casquetes polares amenaza con desplazar a millones de personas de las zonas costeras, mientras que el aumento de las temperaturas pone en peligro el futuro de la agricultura. Todos representan graves amenazas para la humanidad. Sin embargo, el calentamiento global puede contenerse si reducimos ya las emisiones de gases con efecto invernadero y el mundo alcanza la neutralidad en carbono.

El calentamiento global ha sido fundamentalmente causado por la quema continuada de combustibles fósiles desde la revolución industrial del siglo XVIII. Los 2,5 billones de toneladas de gases de efecto invernadero producidos desde 1750 han aumentado las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono (CO2) en un 67% y la temperatura media mundial en más de 1 °C.¹ Buena parte de esos efectos son ya permanentes e irreversibles.²

Los tres principales gases con efecto invernadero son el dióxido de carbono, el metano (CH₄) y el óxido nitroso (N₂O), y la mayoría de los mismos se genera en los procesos industriales. Emisión no es igual a contaminación, ya que el CO2 es un producto natural de la vida —las personas lo exhalamos continuamente— mientras que buena parte del metano proviene de animales de granja que comen hierba.

La mayor parte de estas emisiones son absorbidas por los océanos o retenidas en tierra por sumideros naturales de carbono como el permafrost, los bosques, los manglares y los arrecifes de coral. El resto se queda atrapado en la atmósfera al no poder liberarse al espacio, provocando que el planeta se caliente durante décadas.

Las atmósferas más cálidas crean más humedad en el aire, lo que entraña lluvias más torrenciales e impredecibles, inundaciones y tormentas. También se ha traducido en temperaturas estivales más extremas, olas de calor en regiones anteriormente frías, como el Ártico, y la creciente desertificación de zonas que antes eran fértiles.

Diez de los años más cálidos jamás registrados han ocurrido desde 2005. El año más cálido fue 2016, cuando la temperatura media de la atmósfera terrestre fue 0,94 °C mayor que la media global desde 1880.

El 2024 fue el año más cálido desde que comenzaron los registros mundiales en 1850, con 1,29 °C (2,32 °F) por encima de la media del siglo XX de 13,9 °C (57,0 °F). Ese valor es 0,10 °C (0,18 °F) más que el récord anterior, establecido en 2023. Los diez años más cálidos en el registro de 175 años han ocurrido todos durante la última década (2015-2024). Cabe destacar que el año 2005, que fue el primero en establecer un nuevo récord de temperatura global en el siglo XXI, es ahora el decimotercer año más cálido registrado. El año 2010, que en aquel momento había superado a 2005, se sitúa ahora como el duodécimo año más cálido registrado. ³

Gráfico 1: Los diez años más cálidos jamás registrados

Fuente: US National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA)⁴

Los niveles de CO2 se elevan hasta nuevos récord cada año que pasa. La investigación muestra que las 419 partes por millón (ppm) registradas en la atmósfera en junio de 2021 se vieron por última vez en la Tierra hace más de cuatro millones de años.⁶ En ese momento del Plioceno, anterior incluso a la aparición de los seres humanos, la temperatura media de la superficie era entre 2 y 3 °C superior a los niveles preindustriales, y el nivel del mar era 25 metros más alto que el actual.⁷ En enero de 2025, ese nivel había aumentado a 428,4 partes por millón, según el sitio de investigación CO2.earth, y todos los años anteriores marcaban un nuevo récord. ⁸

El cambio climático también amenaza a la producción agrícola, ya que los inviernos más suaves y las primaveras más tempranas perturban los patrones de cultivo en la mayoría de regiones. Las mayores temperaturas inciden sobre los insectos por partida doble. En las zonas más cálidas, amenazan con acabar con las poblaciones de insectos polinizadores beneficiosos. Y viceversa, el calentamiento expone a los países a insectos portadores de enfermedades «hostiles» en las zonas más frías.

Figura 3: Niveles de CO2 en la atmósfera

Fuente: https://www.climate.gov/media/15993

El cambio climático empezó a tomarse en serio en la década de 1980, en parte como consecuencia del éxito de una campaña para abandonar el uso de los gases clorofluorocarbonos (CFC) en los aerosoles, pues eran perjudiciales para la capa de ozono. Para estudiar el problema, la Organización Meteorológica Mundial y el Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidades constituyeron en 1988 el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

Los esfuerzos por reducir emisiones comenzaron en serio con la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo celebrada en 1992 en Rio de Janeiro, que se conocería como la Cumbre de la Tierra. En dicha conferencia se elaboró el Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC), que empezó a reunirse anualmente como Conferencia de las Partes (COP).

A la Cumbre de la Tierra le siguió en 1997 el Protocolo de Kioto, el primer tratado internacional por el que los países firmantes se comprometían a reducir las emisiones «hasta un nivel que evitase la peligrosa interferencia antropogénica con el sistema climático». Al protocolo le siguió en 2012 la Enmienda de Doha, más ambiciosa y que introdujo objetivos vinculantes para 37 países, incluidos los Estados miembros de la Unión Europea (UE).

En 2015, la ONU dio un paso más audaz al fijar por primera vez un límite de temperatura para el calentamiento global en el histórico Acuerdo de París. Su principal objetivo es que al final del presente siglo el calentamiento global no llegue a superar en 2 °C los niveles preindustriales, y tratar de limitar dicha subida a 1,5 °C. Fue suscrito por la totalidad de los 196 países miembros de la UNFCCC antes de que EE.UU. se retirara en 2017 con el presidente Trump, se reincorporara en 2021 con el presidente Biden y volviera a retirarse cuando Trump regresó en enero de 2025. Solo cuatro países —EE.UU., Irán, Libia y Yemen— no son signatarios de París.

Lograr estos objetivos exigió adoptar unas metas claras de reducción de carbono. En 2018 el IPCC estableció que para lograr el objetivo de 1,5 °C las emisiones tenían que reducirse en entre un 40 y 60% respecto a los niveles de 2010 para 2030, alcanzando las cero emisiones netas alrededor de 2050. Para lograr el objetivo de 2 °C, las emisiones tenían que reducirse un 25% en 2030 para poder llegar a las cero emisiones netas en 2050.

En 2024 se alcanzó un nuevo récord de temperatura, con más de 1,5 °C de calentamiento, según el Servicio de Cambio Climático de Copernicus de la UE. Sus satélites y sistemas terrestres mostraron que la temperatura media de la superficie de la Tierra alcanzó los 15,1 °C.⁹ Ello supuso 0,72 °C por encima de la media de 1991-2020, y 1,60 °C por encima de los niveles preindustriales. Sin embargo, el verdadero calentamiento global se mide a lo largo de 10 años o más; el calentamiento global a largo plazo es ahora de 1,3 °C, según el informe Estado del clima 2024 de la Organización Meteorológica Mundial. ¹⁰

Figura 4: Registros de temperatura de Copernicus

Fuente: ERA5, Servicio de Cambio Climático de Copernicus. ¹¹

El IPCC ha advertido de que, con los actuales niveles de (in)actividad, el objetivo de los 2 °C probablemente se alcanzará en 2030, y que era más probable un calentamiento global de 3 °C a finales de siglo. En su sexto informe de evaluación de 2023, el IPCC advertía además de que el nivel del mar subiría entre 0,63 m y 1,01 m en 2100 a menos que el mundo tomara medidas ahora, con pruebas de que los océanos habían subido entre 3,2 mm y 4,2 mm cada año entre 2006 y 2018.¹² Según el IPCC, en los próximos 2000 años el nivel medio global del mar aumentará entre 2 y 3 metros si el calentamiento se limita a 1,5 °C y entre 2 y 6 metros si se limita a 2 °C.

¹ https://www.mckinsey.com/business-functions/sustainability/our-insights/confronting-climate-risk
² https://www.ipcc.ch/sr15/
³ https://www.ncei.noaa.gov/access/monitoring/monthly-report/global/202413 ⁴ https://www.ncei.noaa.gov/access/monitoring/monthly-report/global/202413
⁵ https://www.youtube.com/watch?v=Yg7E3kI7Ifo
⁶ https://www.bloomberg.com/news/articles/2021-06-07/co-reaches-its-highest-level-in-more-than-4-million-years?sref=Ih2p2g
⁷ https://www.climate.gov/news-features/understanding-climate/climate-change-atmospheric-carbon-dioxide#:~:text=The%20global%20average%20atmospheric%20carbon,least%20the%20past%20800%2C000%20years.
⁸ https://www.co2.earth/
⁹ https://climate.copernicus.eu/copernicus-2024-first-year-exceed-15degc-above-pre-industrial-level
¹⁰ https://wmo.int/publication-series/state-of-global-climate-2024
¹¹ https://climate.copernicus.eu/copernicus-2024-first-year-exceed-15degc-above-pre-industrial-level
¹² https://www.ipcc.ch/report/sixth-assessment-report-cycle/

La descarbonización es la única manera de salir de la inminente realidad mundial de invernadero. El objetivo de la neutralidad de carbono para 2050 se ha convertido en el principal medio para mitigar el cambio climático, por ejemplo, aumentando el uso de las energías renovables y vehículos eléctricos.

Sin embargo, ahora también es esencial adaptarse a nuestra realidad actual de calentamiento global. Los métodos de adaptación al clima abarcan desde la reconstrucción de defensas marítimas y la fabricación de equipos de purificación del aire y refrigerantes, hasta nuevos fármacos que combaten la propagación de enfermedades conocidas y emergentes que el calentamiento de las temperaturas y los fenómenos meteorológicos extremos pueden exacerbar. ¹³

Mucho depende aún de la reducción de emisiones, con la capacidad de adquirir datos fiables que puedan medirla. El Protocolo de Gases de Efecto Invernadero (GEI) se estableció en 1998 con el objetivo de proporcionar una norma contable mundial para medir las emisiones y las actividades de mitigación¹⁴. En 2023, el 97% de las empresas S&P 500 lo utilizaban para informar sobre sus emisiones. El Protocolo de GEI se utiliza ahora en todo el mundo junto con iniciativas de recopilación de datos como el Grupo de Trabajo para la Divulgación de Información Financiera Relacionada con el Clima y Carbon Disclosure Project.

Las emisiones se clasifican en tres tipos. Las emisiones de alcance 1 son aquellas directamente generadas por la empresa, como con las chimeneas de una fábrica o los gases de escape de los aviones. Las emisiones de alcance 2 se derivan de la generación de la electricidad o el calor que la empresa necesita para vender sus productos principales. Las emisiones de alcance 3 son las generadas en toda la cadena de valor, incluyendo el usuario del producto durante toda su vida útil.

Aunque un fabricante de coches producirá unas emisiones de alcance 1 y 2 relativamente reducidas para fabricar un coche, el conductor de ese coche quemará gasolina durante muchos años, provocando unas emisiones de alcance 3 elevadas durante su vida útil.

Mientras que los datos de Alcance 1 y 2 son relativamente fáciles de obtener, los de Alcance 3 son mucho más difíciles de conseguir. Por ejemplo, un fabricante de automóviles puede medir sus propias emisiones de Alcance 1 y 2 durante la producción, pero después de la venta es mucho más difícil saber cuántos kilómetros ha recorrido el propietario del coche y durante cuántos años.

El siguiente gráfico muestra los niveles de emisiones en gigatoneladas y el aumento que supondría para el calentamiento global. La ausencia de políticas climáticas podría provocar un calentamiento de 4,8 °C, mientras que los compromisos actuales no alcanzan el objetivo de 2 °C.

Figura 5: Escenarios de calentamiento en función de las políticas

Fuente: Our World in Data.

Los progresos de un país en la reducción de las emisiones y el logro de la neutralidad en carbono puede seguirse porque el Acuerdo de París exige que todos sus signatarios cuantifiquen sus medidas de descarbonización mediante Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC). Unos 192 países han presentado sus NDC, comprometiéndose cada uno a descarbonizarse.¹⁵

En conjunto, los objetivos de cero emisiones netas abarcan en la actualidad a países que representan alrededor del 61% de las emisiones totales de dióxido de carbono y al 68% del PIB mundial, así como al 58% de la población mundial, según datos del grupo sin ánimo de lucro Energy & Climate Intelligence Unit.¹⁶ En general se trata de compromisos de alcanzar la neutralidad en carbono en 2050 para cumplir con el objetivo principal del Acuerdo de París.

Algunos países tiene planes más ambiciosos: Austria y Uruguay se han comprometido a lograrlo en 2040. China, que tiene la mayor huella de carbono mundial, se ha fijado un objetivo a más largo plazo de 2060. En 2023, el país será responsable del 31% de las emisiones mundiales de CO2, frente al 13% de EE.UU., el 8% de India y el 7% de la UE, según Our World in Data.¹⁷ Según el «Pacto Verde Europeo», la UE se ha comprometido a lograr en 2030 una reducción del 55% en las emisiones de gases de efecto invernadero con respecto a la década de 1990.

Figura 6: Porcentaje de las emisiones mundiales

Fuente: Our World in Data.

Pero los progresos realizados hasta ahora no han sido alentadores. La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) ha informado de que las actuales políticas climáticas de los gobiernos nacionales solo reducirán las emisiones de gases con efecto invernadero un 0,5% en 2030¹⁸, cuando necesitamos alcanzar el 42% para llegar a las cero emisiones netas en 2030. El Informe de la ONU sobre la Brecha de Emisiones de 2024 —quizá apropiadamente titulado «no más paños calientes, por favor»— afirma que se necesitan recortes del 42% en las emisiones de aquí a 2030 y del 57% en 2035 para estar en la senda de los 1,5 °C. ¹⁹

Según el PNUMA, el statu quo actual de las NDC sitúa al mundo en la senda de un aumento de la temperatura de entre 2,6 y 3,1 °C a lo largo de este siglo, lo cual causaría enormes daños a las comunidades y a la economía mundial.²⁰ Según el informe, se necesitarán unos 5 billones de USD al año entre 2021 y 2050, lo cual supone multiplicar por seis los niveles actuales. Ello también debe estar respaldado por una reforma de la arquitectura financiera mundial, una fuerte acción del sector privado y una cooperación internacional que actualmente está en suspenso en muchos ámbitos.

Prácticamente todos los países del mundo tienen un déficit de emisiones, y ninguno es compatible con la consecución del objetivo de 1,5 °C según el Climate Action Tracker (CAT), un proyecto alemán que recopila datos sobre iniciativas de descarbonización de los gobiernos y las compara con los objetivos del Acuerdo de París.²¹

El CAT realiza un seguimiento de las NDC de los Estados miembros de la UE y otros 36 países, que abarcan aproximadamente el 80% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y cerca del 70% de la población mundial. Como en el caso de los relojes del carbono, sus conclusiones son preocupantes, ya que basándose en los compromisos actuales predice una calentamiento de 2,7 °C para 2100.

Figura 7: Escenarios de aumento de la temperatura global

Fuente: Climate Action Tracker.

En su última actualización de diciembre de 2024, las principales economías, como la UE, EE.UU., Alemania y Japón, fueron calificadas de «insuficientes»; China y la India, de «muy insuficientes»; y países como Rusia y Arabia Saudí, grandes productores de petróleo, de «insuficientes en estado crítico».

Haciendo clic en el gráfico de Climate Tracker aqui puede comprobar los avances de su país.

Figura 8: Progresos nacionales en la acción por el clima

Fuente: Climate Action Tracker.

Los inversores están formulando sus propias promesas para descarbonizar carteras y hacer que los activos que gestionan alcancen la neutralidad en carbono en 2050. En 2020, el Grupo de Inversores Internacionales sobre Cambio Climático (IIGCC), junto con seis redes regionales de inversores, lanzó la iniciativa Net Zero Asset Managers. En enero de 2024, contaba con 325 signatarios (incluido Robeco) con 57 billones de USD en activos bajo gestión, antes de su suspensión por presiones políticas a finales de ese mismo año.²²

En el marco de la iniciativa, los inversores acordaron fijar objetivos intermedios de cero emisiones netas, aunque aún la forma de realizar la descarbonización sea objeto de debate. Por ejemplo, la simple desinversión de las empresas más altas en carbono no resuelve el problema de fondo si otro inversor compra sus bonos o acciones. En su lugar, son muchos los inversores que utilizan el engagement para persuadir a las empresas más altas en carbono de que cambien sus modelos de negocio, de forma que puedan seguir invirtiendo a largo plazo.

Identificarlas es bastante fácil, ya que las 168 empresas de la iniciativa de colaboración Climate Action 100+ suponen más del 80% de las emisiones industriales globales.²³ Los «sospechosos habituales» son las grandes empresas petroleras y gasistas, las eléctricas y las empresas de transporte, aunque también haya compañías agrícolas, de pulpa y papel y de fundición de metales.

Sin embargo, se ha producido una reacción contra la inversión ambiental, social y de gobernanza (ASG), incluido el componente climático integrado en la A, que comenzó en EE.UU. y se extendió por todo el mundo. En diciembre de 2024, el Comité Judicial de la Cámara de Representantes de EE.UU. envió una carta a 60 gestores de activos estadounidenses criticando su engagement en la iniciativa Net Zero Asset Managers y en la colaboración Climate Action 100+.

La carta decía que su afiliación suponía una posible violación de las leyes antimonopolio y del deber fiduciario que «se ha confabulado para obligar a las empresas estadounidenses a descarbonizarse y llegar a las cero emisiones netas». BlackRock y otros grandes nombres de la gestión de activos se retiraron posteriormente de la alianza, suspendiendo indefinidamente sus operaciones de inversión ASG.

Por otra parte y debido a presiones políticas similares, los seis principales bancos de Wall Street se han retirado de una iniciativa de cero emisiones netas para entidades bancarias y la Reserva Federal ha decidido recientemente abandonar la Network for Greening the Financial System (NGFS), una red mundial de bancos centrales contra el cambio climático.

En la UE, las cero emisiones netas está mucho menos politizadas. La legislación y la reglamentación siguen persiguiendo la descarbonización, tanto sobre los países como sobre los inversores. El Plan de actuación de finanzas sostenibles de la UE pretende fomentar la inversión sostenible, haciendo especial énfasis en las energías renovables y la tecnología de captura de carbono en los 27 países del bloque.

Los planes de reducción de emisiones de la UE se sustentan en un Régimen de Comercio de Derechos de Emisión líder en el mundo, ya que fija un precio del carbono que actúa como un impuesto para los participantes. El acuerdo de la UE de ajuste de las fronteras del carbono entró en vigor en octubre de 2023 para crear unas condiciones equitativas y proteger a las industrias europeas frente a productos más baratos y ricos en carbono procedentes de fuera de la UE. Su objetivo es evitar la fuga de carbono imponiendo una tasa a las importaciones de determinados países no pertenecientes a la UE ni a la AELC, equivalente al precio del carbono dentro de la UE.

Las definiciones de sostenibilidad de la UE están ganando terreno. En junio de 2020, la Taxonomía de la UE definió qué actividades económicas se clasifican como «sostenibles» en el marco del Pacto Verde Europeo. El Reglamento sobre Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR), introducido en marzo de 2021, clasificó los niveles de sostenibilidad que los productos de inversión pretenden transmitir. En junio de 2024, la Autoridad Europea de Valores y Mercados (AEVM) publicó nuevas directrices que establecen definiciones y umbrales claros para los fondos que reclaman la etiqueta de sostenibilidad.

¹³ https://www.msci-institute.com/themes/climate/how-to-make-climate-adaptation-and-resilience-investable/#anchor_Exhibit_3_A_sample_of_adaptation_and_resilience_companies_anonymized_
¹⁴ https://ghgprotocol.org/
¹⁵ https://www4.unfccc.int/sites/NDCStaging/Pages/All.aspx
¹⁶ https://ca1-eci.edcdn.com/reports/ECIU-Oxford_Taking_Stock.pdf?mtime=20210323005817&focal=none
¹⁷ https://ourworldindata.org/co2-emissions
¹⁸ https://unfccc.int/sites/default/files/resource/cma2021_02E.pdf
¹⁹ Emissions Gap Report 2024 | UNEP - UN Environment Programme
²⁰ https://www.unep.org/resources/emissions-gap-report-2024
²¹ https://climateactiontracker.org/
²² https://www.netzeroassetmanagers.org/
²³ https://www.climateaction100.org/

El cambio climático tiene una doble relevancia para los inversores porque se influyen recíprocamente: el calentamiento global afecta directamente a las posibles rentabilidades de inversión, mientras que las propias inversiones tienen un efecto directo sobre el clima vía las emisiones o los residuos.

Además, es a la vez un riesgo y una oportunidad, lo cual significa que los inversores deben comprender sus consecuencias a largo plazo. Por lo tanto, resulta esencial integrar los factores ASG en el proceso de inversión, centrándose sobre todo en la A.

Los riesgos adoptan dos formas: físicos y transicionales. El riesgo físico se deriva principalmente de la mayor amenaza provocada por una climatología más extrema, por ejemplo, las tormentas e inundaciones que dañan edificios o plantas industriales, o que dejan inutilizables los terrenos agrícolas. Las aseguradoras ya han advertido que, de no controlarse el cambio climático, muchas empresas no serán asegurables, como las situadas en regiones costeras o llanuras aluviales.

Pero también hay grandes oportunidades para los inversores, como muestra el siguiente gráfico. Pueden clasificarse en cinco ámbitos principales:

• Transporte, incluidos vehículos eléctricos y combustibles con menos emisiones

• Naturaleza, guiada por el cambio en las tendencias de consumo y la captura natural de carbono

• Industria, desde los avances científicos hasta «el pico y la pala»

• Energía, con predominio de las renovables, el hidrógeno y la energía nuclear

• Edificios, ya que muchas construcciones nuevas son ecológicas desde el origen
  

Figura 9: Vías de inversión hacia las cero emisiones netas

Fuente: AIE, GS Sustain y BAML Research.

Gran parte de la atención se ha desplazado hacia la transición a una economía con menos emisiones de carbono, animando a las empresas a desarrollar estrategias de cero emisiones netas a medida que reducen sus emisiones. Para ello es necesario acoger (en vez de excluir o ignorar) a las empresas e industrias con mayores emisiones de carbono en que el cambio es esencial, incluidas las empresas de servicios públicos que dependen excesivamente de los combustibles fósiles, las que utilizan procesos con mayores emisiones de carbono, como los plásticos, y las que reducen los residuos.

Se hace especial hincapié en los sectores difíciles de eliminar, como la fabricación de acero y cemento, que requieren altas temperaturas que actualmente se encuentran en los altos hornos alimentados por combustibles fósiles. Su traslado a hornos de arco eléctrico es una forma de resolver este problema.


Figura 10: El 31% de las emisiones proceden de sectores difíciles de reducir

Para ayudar a las empresas a desarrollar planes de cero emisiones netas, el Grupo de Trabajo sobre Divulgación de Información Financiera Relacionada con el Clima (TCFD) elaboró un marco para ayudarlas a divulgar con mayor eficacia sus riesgos y oportunidades relativos al clima mediante sus procesos de presentación de información existentes.²⁴

En los últimos años se han adoptado varias iniciativas para armonizar las inversiones con los objetivos del Acuerdo de París. La primera fue la creación de la Paris Aligned Investment Initiative por la IIGCC en 2019.

Poco después le siguió la iniciativa Net Zero Asset Managers, actualmente en suspenso, que se tradujo en la adopción al año siguiente de compromisos de neutralidad en carbono para 2050 o antes por parte de propietarios y gestores de activos. Las orientaciones sobre cómo descarbonizar las carteras de acuerdo con el objetivo de 1,5 C se formularon en el Net Zero Investment Framework, lanzado en marzo de 2021.

Pero, ¿cómo evaluar la descarbonización? La mayoría de las carteras se comparan con un índice de referencia, como el MSCI World Index, para determinar si pueden superar los rendimientos de un grupo de homólogas. Hasta 2020 no existía ninguna referencia con la que cuantificar los avances de empresas o países en materia de descarbonización.

La UE respondió con la creación de los índices de referencias armonizados con el Acuerdo de París. Las empresas que los integran tienen que cumplir estrictos criterios, empezando por tener una huella de carbono que ya sea un 50% inferior al universo de inversión general, y lograr cada año posterior una reducción del 7% en dicha huella.

La exposición sectorial se ajusta a la del universo de inversión, excluyéndose las empresas de combustibles fósiles, con sujeción a determinados umbrales. Eso significa excluir la práctica totalidad de los sectores de petróleo y gas y electricidad.

Lograr una auténtica armonización con el Acuerdo de París no solo consiste en eliminar de una cartera o índice las empresas elevadas con mayores emisiones. El parámetro clave es determinar si sus modelos de negocio muestran una trayectoria de reducción de las emisiones de carbono, por ejemplo, al pasarse a las energías renovables, o al aislar sus edificaciones para aminorar las pérdidas de calor. Lo importante es la trayectoria, más que los niveles de carbono actuales.

Se han creado varios grupos de inversores para ayudar a evaluar los avances de las empresas en esta transición. La Transition Pathway Initiative (TPI) es una iniciativa mundial de propietarios de activos que evalúa el grado de preparación de las empresas para la transición a una economía baja en carbono, y que ayuda a los inversores a comprender en qué medida son ambiciosos los objetivos de reducción de emisiones de las empresas.

La Science-Based Targets Initiative (SBTi) es ahora ampliamente utilizada por las empresas. El grupo elabora normas, herramientas y orientaciones que permiten a las empresas fijar objetivos de reducción de emisiones y llegar a cero emisiones netas en 2050 como máximo. En 2025, sus herramientas eran utilizadas por más de 10.000 empresas, de las cuales 7.100 habían fijado objetivos basados en la ciencia y 3.700 habían asumido compromisos de cero emisiones netas. ²⁵

²⁴ https://assets.bbhub.io/company/sites/60/2020/10/FINAL-2017-TCFD-Report-11052018.pdf
²⁵ https://sciencebasedtargets.org/

Si bien una de las respuestas a la descarbonización consiste en cambiar a fuentes de energía renovables, eso no es tan sencillo cuando todavía hay más de 1.000 millones de coches de gasolina en circulación y tantas economías dependen del petróleo o del gas.

No se trata solo del suministro de energía: la creciente demanda de electricidad por el aumento de la población mundial también es un problema. Ello se puede ver en la identidad de Kaya, una fórmula que dice que las futuras emisiones totales son una función de cuatro factores: población, PIB por capital, intensidad energética e intensidad de carbono.²⁶ Significa que el CO2 seguirá aumentando si el crecimiento de la población supera las mejoras de la eficiencia energética conseguidas gracias a la tecnología.

Además, las limitaciones logísticas para electrificar lo que actualmente no es electrificable presentan grandes obstáculos. Por ejemplo, las aeronaves no pueden utilizar baterías igual que los automóviles, ya que no tienen suficiente capacidad para suministrar la energía necesaria para el despegue.

Los edificios suponen otro obstáculo estructural, ya que no es fácil deshacerse de los que son energéticamente ineficientes, pues su demolición plantea el problema de los residuos, y la tecnología de captura de carbono se ha revelado demasiado cara para adaptar las grandes infraestructuras industriales existentes.

Aun así, la mayoría de los combustibles fósiles pueden sustituirse, habiéndose depositado muchas esperanzas en las energías renovables que no generan emisiones. Pero ello también acarrea dos problemas principales, su dependencia de las fuerzas de la naturaleza que lo hacen posible, y la falta de escala global. En otras palabras, las turbinas eólicas no funcionan si el viento no sopla, y la energía solar no funciona de noche.

Figura 11: Producción mundial de electricidad por fuentes

Fuente: Worldometers

Por otra parte, el carbón es abundante y puede utilizarse en las centrales eléctricas día y noche. En 2025, las reservas mundiales de carbón superaban el billón de toneladas, es decir, lo suficiente para durar otros 132 años al ritmo de extracción actual. EE.UU. posee las mayores reservas mundiales, seguido de Rusia y Australia.²⁷

Quedan más de 1,6 billones de barriles de petróleo en las reservas conocidas, o lo suficiente para 47 años al ritmo de consumo actual; a Venezuela le quedan más de 1.000 años de consumo nacional de petróleo.²⁸ En cuanto al gas natural, al país le quedan 6,9 billones de pies cúbicos, es decir, 52 años de suministro con el consumo actual.

Las energías renovables han avanzado mucho en los últimos 30 años, en los que su porcentaje en la producción energética mundial ha pasado de menos del 10% al 26% en 2022. Sin embargo, el 27,6% de toda la energía mundial procedía del carbón, el 23,1% del gas natural y el 30,2% del petróleo, según la Agencia Internacional de la Energía.²⁹ Esta cuota combinada se ha mantenido estable en torno al 81% en las últimas décadas, debido al aumento de la demanda mundial de energía, aunque la cuota de los combustibles fósiles en el suministro total de electricidad ha disminuido del 67 al 60%.

Figura 12: La combinación energética mundial

Fuente: Agencia Internacional de la Energía 2022.

Desde el punto de vista de los inversores, el mercado energético cambió por completo tras la invasión rusa de Ucrania, que elevó breve pero masivamente los precios de los combustibles fósiles tras imponer las sanciones al gas ruso. Ello situó a las empresas energéticas entre las que mejores resultados obtuvieron en los mercados bursátiles, lo cual hizo imposible que los inversores que tuvieran un deber fiduciario con sus clientes de obtener rendimientos evitasen mantener empresas de combustibles fósiles en sus carteras. A su vez, las rentabilidades de las inversiones en energías renovables cayeron con la reacción en contra de los factores ASG y las cero emisiones netas, haciendo menos atractivas las inversiones sostenibles.

Si bien sigue siendo quizá la mejor inversión que podría hacer cualquier país, muchos se muestran reticentes ante las cifras que supone abordar el cambio climático. Las estimaciones realizadas por Goldman Sachs en octubre de 2024 sugieren que se necesitan 74,6 billones de USD de inversión en infraestructuras para cumplir el objetivo de los 2 °C, lo cual equivale a tres veces el PIB estadounidense. De esta suma, 29,4 millones de USD, es decir, casi medio billón, se consideran necesarios para ampliar las energías renovables. ³⁰

Ello supone entre 1,5 y 2 billones de USD de gasto en infraestructuras al año hasta 2070 e incluye 7 billones de USD para redes eléctricas, 5,1 billones de USD en almacenamiento de energía, 9,3 billones de USD para hacer que los procesos industriales sean neutros en carbono y 1,3 billones de USD para plantas verdes de hidrógeno. Aunque las cifras son astronómicas, también implican la creación de puestos de trabajo y de nuevas infraestructuras muy necesarias que mejorarán la eficiencia económica general.

También es importante recordar el coste de no hacer nada: ya no se puede seguir «como siempre». Se calcula que los incendios forestales de California de 2025, que destruyeron gran parte de la zona lujosa de Los Ángeles, supusieron 200.000 millones de USD, aparte del coste humano de desplazar a la gente de sus hogares. ³¹

Por tanto, no nos podemos permitir no invertir ese dinero, ya que las consecuencias serían probablemente perores. Los estudios del Consejo Nacional de Defensa de los Recursos de EE.UU. sugiere a que la falta de cumplir con los objetivos de París podría costarle a la economía de EE.UU. hasta 6 billones de USD, mientras que un incumplimiento a nivel mundial podría reducir el PIB en más de un 25% a final del siglo.³²

La tarificación del carbono pretende frenar las emisiones imponiendo costes directos a los grandes emisores. Sin embargo, los precios actuales del carbono son demasiado bajos y están lejos de marcar una diferencia global.

En 2024, solo el 24% de las emisiones mundiales estaban cubiertas por regímenes de tarificación del carbono, de las cuales el 19% estaban en regímenes de comercio de derechos de emisión (RCDE) y el 6% sujetas a impuestos directos sobre el carbono.³³ El precio aplicado al carbono osciló entre 0,46 USD por tonelada de CO2eq en Indonesia y 167 USD en Uruguay, lo cual significa que solo el 1% de las emisiones tienen un precio superior al recomendado. ³⁴

Los estudios sugieren que para cumplir con los objetivos de París los precios del carbono deberían ser de 40-80 USD ahora, y subir a 100-150 en 2030.³⁵ Dicho nivel haría inviables a la mayoría de los sectores que emiten mucho carbono, como el cementero o el siderúrgico.

Mientras tanto, en 2024 solo existían 75 iniciativas de tarificación del carbono en todo el mundo, consistentes en 36 regímenes de comercio de derechos de emisión (RCDE), incluido uno de gran envergadura para la UE, y 39 impuestos sobre el carbono.³⁶ El actual precio del RCDE de la UE es de unos 61 EUR por tCO2eq³⁷.



Figura 13: Situación y tendencias del precio del carbono

Fuente: Banco Mundial, 2019

El gráfico anterior muestra una comparación entre los impuestos al carbono de un país o región y su participación en las emisiones globales de gases con efecto invernadero. Los países nórdicos tienen uno de los impuestos sobre el carbono más elevados sin dejar de ser emisores medianos. California, antaño entre los más bajos pese a ser uno de los mayores emisores del mundo, se encuentra ahora en la mitad de la tabla. China, actualmente el mayor emisor del mundo, tiene uno de los impuestos sobre el carbono más bajos, aunque ha ido aumentando. El impuesto japonés sobre el carbono está muy cerca del mínimo a pesar de ser la tercera economía mundial. ³⁸

Figura 14: Precio del carbono en el mundo

Fuente: Banco Mundial.

Por último, la voluntad política es clave para luchar contra el cambio climático. Es lo que una de las artífices del Acuerdo de París, Christiana Figueres, denominó «liderazgo distribuido»: todos, desde el presidente hasta el peatón, deben trabajar colectivamente por un objetivo común. Ello requiere de un fuerte liderazgo de los gobiernos, que se ha echado mucho en falta en, por ejemplo, la desforestación.

Muchos países siguen gastando miles de millones en subvenciones a los fósiles, mientras se siguen concediendo licencias para nuevos yacimientos de petróleo y gas, impulsados en EE.UU. por el mantra «drill, baby, drill» del presidente Trump de permitir más proyectos de combustibles fósiles. Mientras tanto, la reacción en contra de los factores ASG y la intervención del Congreso para oponerse a las iniciativas de cero emisiones netas han hecho retroceder considerablemente el entusiasmo mundial por abordar el cambio climático, a pesar de que los sistemas meteorológicos empeoran y continúa la deforestación generalizada.

Muchos consideran que, si bien los inversores y los mercados pueden aportar soluciones, son los políticos quienes deben allanar el camino.

²⁶ https://www.sciencedirect.com/topics/engineering/kaya-identity
²⁷ https://www.worldometers.info/coal/
²⁸ https://www.worldometers.info/
²⁹ https://www.iea.org/world
³⁰ https://www.goldmansachs.com/insights/articles/reaching-net-zero-is-forecast-to-require-nearly-75-trillion-of-investment
³¹ https://www.theguardian.com/us-news/2025/jan/13/la-fires-wildfire-economic-losses
³² https://www.nrdc.org/stories/paris-climate-agreement-everything-you-need-know#sec-summary
³³ https://carbonpricingdashboard.worldbank.org/compliance/coverage
³⁴ https://carbonpricingdashboard.worldbank.org/compliance/price
³⁵ https://www.nber.org/system/files/working_papers/w28472/w28472.pdf
³⁶ https://openknowledge.worldbank.org/bitstream/handle/10986/33809/9781464815867.pdf
³⁷ https://carbonpricingdashboard.worldbank.org/compliance/price
³⁸ https://carbonpricingdashboard.worldbank.org/compliance/price

El cambio climático supone un importante riesgo para los inversores, pero también ofrece un mercado de muchos billones de dólares en las soluciones al mismo. Si aprovechan las oportunidades que ofrece, los inversores pueden convertirse en parte de la solución y mitigar activamente el cambio climático. Si no las aprovechan, los inversores se convertirán en parte del problema, al agravar el calentamiento global y seguir financiándolo.

Las mayores oportunidades se observan en dos áreas clave a ambos lados de la fecha límite de 2030 para acelerar los objetivos de inversión en cero emisiones netas para 2050:

• Las anteriores de 2030 se refieren a la tecnología existente: invertir en eficiencia, energías renovables y la electrificación de productos de menor tamaño, como coches o electrodomésticos.

• Después de 2030 la atención se centra en las nuevas tecnologías: hacer el transporte pesado neutral en carbono mediante, por ejemplo, el uso del hidrógeno verde y con la captura de carbono.

La oportunidad más obvia y visible quizá sea el tránsito de los combustibles fósiles a las energías renovables. El mayor crecimiento se ha producido desde la biomasa y la energía hidroeléctrica, utilizadas en distintas formas durante siglos, hacia los parques de energía eólica y solar. Los avances han sido notables: las energías renovables representarán el 30,3% de la generación mundial de electricidad en 2023, frente al 19,7% en 2010, aunque la dependencia de los combustibles fósiles se ha mantenido prácticamente inalterada. ³⁹

Teniendo en cuenta las infraestructuras necesarias para la transición, el informe «Hoja de ruta de cero emisiones netas para 2050» de la Agencia Internacional de la Energía calcula que para alcanzar cero emisiones netas en 2050 y lograr limitar el calentamiento global a 1,5 °C, las inversiones globales en energía limpia tienen que más que triplicarse para 2030, hasta alrededor de 4 billones de USD al año. ⁴⁰

Figura 15: El camino de la inversión en energía limpia

Fuente: AIE.

La energía eólica ha sido la mayor fuente de energía nueva, suponiendo el 8% de toda la generación mundial de electricidad en 2023, desde prácticamente cero en la década de 1990. Buena parte de ella es offshore; muchos de los mayores parques eólicos del mundo se encuentran en el Mar del Norte.⁴¹

Además del potencial energético, también presenta oportunidades de inversión en las empresas que fabrican los aerogeneradores, algunos del tamaño de rascacielos.⁴² De hecho, muchas oportunidades de inversión residen en estrategias dirigidas a las empresas que producen los materiales y desarrollan la tecnología necesaria, más que a los propios parques eólicos.

Otra estrella emergente ha sido (literalmente) la energía solar, que en 2023 supuso alrededor del 5,5% de la generación eléctrica global, en su mayoría procedente de instalaciones de la última década.⁴³ Como en el caso de la eólica, buena parte de las oportunidades de inversión se concretan en los fabricantes de equipos, empezando por los paneles fotovoltaicos utilizados para recoger los rayos solares.



Figura 16: Generación de energía renovable por fuente

Fuente: Our World in Data.
Nota: ‘Otras renovables’ hace referencia a las fuentes renovables, como geotérmica, biomasa, residuos, olas y mareas. No se incluye la biomasa tradicional.

La electrificación ofrece otro medio de descarbonización, con el abandono de los motores de combustión interna empleado en la mayoría de las formas de transporte como clara apuesta ganadora. La cuota de vehículos eléctricos a escala mundial ha pasado de solo el 0,4% en 2014 al 15,8% en 2023.⁴⁴ Como la mayoría de los grandes fabricantes de automóviles se han comprometido a que sus flotas sean eléctricas de aquí a 2035-2040, los vehículos de gasolina deberían tener los días contados a mediados de este siglo.

Pero no solo se trata del tráfico: la electrificación de edificios y los aparatos que hay en ellos supone una tarea más difícil. Son muchos los bloques de oficinas que todavía dependen del petróleo o el gas para el funcionamiento de sus sistemas de calefacción o aire acondicionado, mientras que millones de hogares tienen cocinas, calentadores y sistemas de calefacción central de gas. Las placas de inducción eléctricas de bajo voltaje se consideran ahora como las cocinas más energéticamente eficientes para el hogar.

Todo esto aumentará extraordinariamente la demanda de electricidad, lo que exigirá una enorme inversión para aumentar el tamaño de las redes nacionales de electricidad. Ello provocará un aumento de la demanda de metales conductivos, como cobre, aluminio y acero, ofreciendo oportunidades en los mercados de materias primas, aunque ello también tenga su reverso en el daño medioambiental que puede ocasionar.

El hidrógeno constituye un importante campo de desarrollo y está considerado como una fuente de energía alternativa eficiente para el transporte comercial. Potencialmente podría descarbonizar las flotas de transporte a larga distancia, incluidos los camiones pesados y los trenes que utilizan diésel; los buques contenedores que emplean combustible de caldera muy contaminantes; e incluso algunos tipos de aeronave.

También podría servir para descarbonizar algunos procesos industriales difíciles de suprimir, como la producción de fertilizantes o acero. Las tonalidades más importantes del hidrógeno son tres: verde, azul y gris, dependiendo del método de producción.

Figura 17: Cómo se produce el hidrógeno

Fuente: Straits Research.

Para conseguir el hidrógeno verde libre de emisiones se emplea la electrolisis, con la que se descompone el agua en sus dos componentes de hidrógeno y oxígeno. El hidrógeno obtenido se puede utilizar en las células de combustible. Si para realizar proceso de electrolisis se emplean energía renovables, el producto resultante está totalmente exento de carbono.

Este mercado tiene un enorme potencial de crecimiento, ya que solo el 1% del hidrógeno producido en la actualidad es verde.⁴⁵ La mayor parte se extrae del metano (CH₄), con lo que obtiene un «hidrógeno azul» si se utiliza la captura de carbono para el subproducto resultante, o «hidrógeno gris» en caso contrario. El hidrógeno gris no se considera como una alternativa viable en un escenario bajo en carbono, ya que no haya una reducción neta de emisiones.

Figura 18: Aplicaciones del hidrógeno en la economía mundial

Fuente: Fuel Cell and Hydrogen Energy Association (FCHEA), Roadmap to a US Hydrogen Economy (octubre de 2020).

1. Captura y utilización del carbono (para producción química)

2. Biocombustible, combustibles sintéticos, amoniaco

Por último, buena parte de las esperanzas de descarbonización dependen de la captura y almacenamiento de carbono (CCS). Se trata de un complejo proceso de tres fases, en el que se capturan las emisiones generadas en una central eléctrica o instalación industrial, se transportan por conductos o vía marítima, y finalmente se almacena de forma segura bajo tierra. Así se impide desde el principio que las emisiones lleguen a la atmósfera. Sin embargo, la tecnología es cara y almacenar el carbono capturado entraña sus propios riesgos medioambientales.

La mayoría de las instalaciones industriales pueden adaptarse a la tecnología CCS, aunque resulta más asequible incorporarla al proceso de construcción de las plantas nuevas. Si se combina el uso de combustibles de biomasa con la tecnología CCS, se puede llegar a las llamadas "emisiones negativas", es decir, que efectivamente se reduce el CO2 de la atmósfera. Con el paso del tiempo, esta tecnología irá cobrando importancia a la hora de perseguir los objetivos climáticos.

³⁹ https://www.statista.com/statistics/489131/share-of-renewables-in-power-generation-globally/
⁴⁰ https://www.iea.org/reports/net-zero-by-2050
⁴¹ https://www.statista.com/statistics/1302053/global-wind-energy-share-electricity-mix/
⁴² https://www.c2es.org/content/renewable-energy/#:~:text=Solar%20photovoltaics%20are%20the%20fastest,percent%20of%20the%20world's%20electricity
⁴³ https://www.statista.com/statistics/1302055/global-solar-energy-share-electricity-mix/
⁴⁴ https://www.statista.com/statistics/1371599/global-ev-market-share/
⁴⁵ https://straitsresearch.com/report/green-hydrogen-market

Los inversores desempeñan un importante papel —algunos incluso dirían que tienen un deber fiduciario— al asignar el dinero que controlan en empresas en transición. Aunque el futuro a largo plazo pasa por la reducción de las emisiones de carbono, los costes y riesgos de la transición hacia ese objetivo aún no se ven reflejados del todo en los precios de mercado. Estar a la vanguardia de esa transición tiene sentido desde el punto de vista de la gestión de riesgos y de carteras.

Los gestores de activos pueden hacerlo de tres maneras principales: integrando los factores ASG en el proceso de inversión, utilizando la financiación de transición y mediante la titularidad activa. De esa forma pueden dirigir el dinero del cliente hacia empresas más sostenibles y evitar las que se quedan rezagadas.

La inversión ASG se ha generalizado, ya que casi la mitad (46%) de los inversores europeos la utilizan de alguna forma.⁴⁶ La revisión de 2022 de Global Sustainable Investment Alliance mostró que en todo el mundo se invierten 30,3 billones de USD en activos de inversión sostenible. ⁴⁷



Figura 19: Activos mundiales de inversión sostenible

Fuente: Global Sustainable Investment Alliance 2022

Mientras que la integración ASG evaluará cuestiones obvias como el historial medioambiental de la empresa, la huella de carbono, el uso del agua y la gestión de residuos, la llegada de las cero emisiones netas marcó el comienzo de una nueva era de inversión climática directa a partir de la década de 2020. Los medios por los que los inversores pueden invertir directamente en productos climáticos se analizan con más detalle en el capítulo siguiente.


Figura 20: Proporción regional de activos sostenibles

Fuente: GSI Alliance 2022.

La quinta encuesta anual de Robeco sobre inversión climática, realizada a 300 inversores en 2025, mostró un nuevo descenso en la prioridad que conceden los inversores al cambio climático, tras una reacción contra la inversión en ASG y las medidas adoptadas en EE.UU. contra las iniciativas de cero emisiones netas. La encuesta muestra que el porcentaje de inversores mundiales para los que el cambio climático es importante en su política de inversión descendió al 46% desde el 62% de 2024, arrastrado de nuevo por la disminución del interés en Estados Unidos.

Los compromisos siguen siendo más elevados en Europa, donde el 62% de los inversores consideran prioritario el cambio climático, y en Asia-Pacífico, con un 59%, situándose justo por debajo de Europa en 2025, tras haber sido ligeramente superiores el año pasado. El principal descenso sigue produciéndose en Norteamérica, donde solo el 23% de los inversores considera que el clima es el protagonista, frente al 35% de 2024. Significa que la priorización del clima descendió en las tres regiones, reflejando el aumento de la oposición política a la tarea multimillonaria de combatir el calentamiento global.



Figura 21: La prioridad otorgada a la inversión climática

Fuente: Encuesta Global sobre Inversión Climática 2025 de Robeco.

Sin embargo, parece un contratiempo temporal directamente relacionado con el actual clima político. Más de la mitad de los encuestados (56%) dijo que, si bien la agenda de Trump a favor de los combustibles fósiles y en contra de la energía limpia obstaculizará la transición a las cero emisiones netas, el momentum se recuperará una vez que deje el cargo. Un porcentaje similar (53%) afirmó que es probable que la política gubernamental estadounidense ralentice sus avances en la descarbonización de las carteras, pero solo a corto plazo.

Para los inversores, el enfoque también ha cambiado, pasando de la inversión sostenible pura y dura a la financiación de la transición. En pocas palabras, la financiación de la transición significa invertir en empresas o proyectos menos sostenibles para ayudarles a pasar a prácticas empresariales con menos emisiones de carbono y más positivas para la naturaleza. Ello difiere de la inversión sostenible, que se centra principalmente en empresas que ya son «verdes», en vez de buscar empresas que están en proceso de pasar de ser «marrones» a ser «verdes».

A menudo se afirma que si las cero emisiones netas son el objetivo, la transición es el camino. Para lograrlo, la mayoría de los inversores utilizan tanto un enfoque bottom-up como top-down. Top-down pretende descarbonizar la cartera, con una clara trayectoria de cero emisiones netas. El enfoque bottom-up implica analizar las empresas (en el caso de las acciones) y los países (en el caso de la deuda pública) que pueden facilitar esta transición.

Identificar a los líderes y rezagados de la transición es crucial. Robeco utiliza una herramienta de semáforo climático para evaluar las empresas de cartera cuyas operaciones empresariales y políticas de cero emisiones netas están alineadas con un escenario de 1,5 °C (verde); las que están trabajando en ello y pueden beneficiarse del estímulo, a menudo a través del engagement (ámbar); y las que no están alineadas y necesitan mejorar o corren el riesgo de ser excluidas (rojo).

También se está destinando mucho capital privado o estatal a mitigar o adaptarse al cambio climático. Según la actualización de los fondos para el clima, ya se han comprometido 1.500 millones de USD para proyectos que van desde la reforestación del Amazonas hasta programas de ampliación de las energías renovables en los mercados emergentes.⁴⁸

La titularidad activa puede utilizarse como herramienta para mejorar la preparación climática de las empresas y su alineación con los objetivos de cero emisiones netas. Como accionistas, el voto puede ser un arma poderosa para expresar la preocupación por los planes de transición de las empresas e influir en el cambio.

Una táctica cada vez más popular consiste en votar contra la renovación de consejeros clave si la empresa no ha hecho lo suficiente para mejorar su desempeño ASG. Otra es la de presentar resoluciones de accionista sobre asuntos medioambientales, que suelen utilizarse para obligar a importantes petroleras y gasistas a reconsiderar cuestiones polémicas.

En 2021 surgió un nuevo tipo de resolución, el «Say on Climate», en que las empresas presentan su estrategia de transición energética en su junta general anual. Los accionistas utilizan su voto para expresar si creen que la empresa sigue una trayectoria de descarbonización sensata. Hasta ahora, la mayoría de ellas ha sido aprobada con aplastante mayorías.

El engagement es otra forma de fomentar mejoras ASG en la empresas participadas. Este es un proceso mediante el cual la empresa accede a dialogar sobre lo que preocupa a un inversor durante un período de tiempo determinado, que suele llegar a los tres años. A menudo, ello se ha revelado efectivo para conseguir mejoras en ámbitos como la actuación sobre el clima, la desforestación del aceite de palma y los plásticos desechables, o el exceso de residuos.

Los programas de descarbonización son objeto de una considerable atención, y el foco se ha ampliado en los últimos años para incluir también a entidades financieras, como los bancos que financian a empresas que emiten mucho carbono, y no solo a los grandes emisores.

En última instancia, los inversores pueden amenazar con excluir a las empresas que se nieguen a adoptar prácticas más bajas en carbono, privándolas de capital externo. Esa mezcla de engagement con la posibilidad de exclusión ha persuadido a los gigantes de la energía a cambiar a modelos de negocio con menos emisiones de carbono liderados por las energías renovables.

Como los inversores no pueden lograr mucho por sí solos, las colaboraciones están a la orden del día como la forma de avanzar, al permitir que los inversores compartan sus recursos para abordar un importante asunto en el que todos tienen un interés concreto. Asimismo, permiten que la empresa con la que se dialoga se relacione con un grupo en general, en lugar de mantener docenas de conversaciones distintas sobre el mismo asunto.

Una de las mayores colaboraciones es Climate Action 100+. Creada en 2017, está enfocada a los mayores emisores mundiales de gases con efecto invernadero, animándoles a tomar medidas para descarbonizarse. Su efectividad quedó pronto demostrada, ya que este grupo propició la engagement de 2018 que condujo a que la importante petrolera Shell vinculara por primera vez los objetivos de reducción de carbono con la remuneración de sus ejecutivos.

Otro organismo influyente es el Grupo de Inversores Institucionales sobre el Cambio Climático (IIGCC), una colaboración europea con más de 400 miembros de 27 países. Creado en 2012, sus miembros son sobre todo fondos de pensiones y gestoras de fondos, con más de 65 billones de EUR de activos bajo gestión. ⁴⁹

Figura 22: Los principios fundamentales de la hoja de ruta de las cero emisiones netas

Fuente: Robeco e IIGCC.

En 2020, el IIGCC lanzó la iniciativa Net Zero Asset Managers, para lograr el objetivo del Acuerdo de París de neutralidad de carbono en 2050. Sus miembros han adoptado el Compromiso de Cero Emisiones Netas de Carbono, por el que se comprometen a que todas sus estrategias de inversión sean neutrales en carbono a mediados de siglo. En 2024, el Congreso de EE.UU. cuestionó estos compromisos y muchos se retiraron, aunque el compromiso general con el concepto de cero emisiones netas sigue siendo firme.

⁴⁶ http://www.gsi-alliance.org/wp-content/uploads/2019/06/GSIR_Review2018F.pdf
⁴⁷ https://www.gsi-alliance.org/members-resources/gsir2022/
⁴⁸ https://climatefundsupdate.org/the-funds/
⁴⁹ https://www.iigcc.org/our-members

Numerosas soluciones al cambio climático provienen de la iniciativa privada. Las empresas desarrollan alternativas a los combustibles fósiles, así como formas innovadoras de descarbonizar el mundo. La mayoría de ellas están abiertas a inversores que quieran obtener rentabilidad a la vez que contribuyen a combatir el calentamiento global.

La inversión directa la suelen acometer las propias empresas. La mayor parte de la innovación se financia con capital empresarial, desde la invención de automóviles y teléfonos móviles a la tecnología que ha hecho posible los paneles solares.

La mayoría de los inversores prefieren invertir en acciones y bonos de las empresas responsables de tales innovaciones, en lugar de financiar directamente infraestructuras como plantas solares, parques eólicos o la captura de carbono. En consecuencia, los inversores suelen comprar los valores de operadoras de infraestructuras renovables, y aquí se incluyen las grandes petroleras que se pasan a la energía solar y eólica.

La inversión en estrategias relacionadas con el clima se ha popularizado, de la mano de temas como energías renovables, descarbonización, electrificación y el tránsito hacia una economía más circular. El crecimiento de las redes eléctricas y la adopción de los coches eléctricos ofrece oportunidades en estrategias de energía, movilidad y materiales “inteligentes” enfocadas a las nuevas tecnologías, procesos y minerales que los hacen posibles.

El tema de la economía circular se centra en la sustitución del derrochador sistema lineal de “tomar, hacer y desechar” por otro que utilice menos recursos y genere menos residuos. En buena media, la idea se basa en conceptos que empiezan por “re”: reciclar, rediseñar, reutilizar, refinar, renovar o reparar. El objetivo es hacer un uso más eficiente de los recursos del plantea, pues las investigaciones muestran que el modelo lineal consume recursos finitos a 1,75 veces la capacidad de regeneración anual del planeta.



Figura 23: Oportunidades que ofrece la economía circular

Fuente: Gráficos Robeco.

La inversión de impacto ofrece otra forma de incidir en el campo del cambio climático y obtener al mismo tiempo un rendimiento financiero. Su popularidad ha crecido desde la aparición en 2015 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, con más de 1,5 billones de USD en efectivo de los inversores invertidos en fondos de impacto a medida en 2024, según la Global Impact Investing Network (GIIN).⁵¹

Muchos de los ODS se centran en soluciones al calentamiento global, principalmente el ODS 13 (actuación por el clima), ODS 7 (energía limpia y renovable) y ODS 12 (consumo y producción responsables). Otros dos se refieren a los ecosistemas saludables, que se ven perjudicados por prácticas poco sostenibles: ODS 14 (Vida submarina) y ODS 15 (Vida de ecosistemas terrestres).

Se han diseñado estrategias de inversión para comprar acciones y bonos de empresas que pueden contribuir a uno o varios ODS. En este sentido, Robeco ha diseñado un Marco ODS propio que utiliza un proceso en tres pasos para evaluar qué fabrica una empresa, cómo lo hace y si se ha visto implicada en alguna controversia, con vistas a calcular su contribución global neta. Las puntuaciones resultantes se utilizan en la selección de valores para las carteras de crédito y renta variable ODS.


Figura 24: El Marco ODS de Robeco

Fuente: Robeco

Los bonos verdes suponen otra forma de inversión de impacto. Se trata de valores de deuda cuyo importe se utiliza exclusivamente para fomentar objetivos de sostenibilidad ambiental y climática. Para que un bono se considere “verde”, el capital que se obtiene con ellos debe utilizarse en proyectos con claros beneficios medioambientales cuantificables, como energías renovables, reforestación o gestión de residuos.

Normalmente se emiten por gobiernos, agencias u organismos supranacionales, lo que significa que el universo de compra es muy amplio. Los desacuerdos sobre qué constituye un proyecto respetuoso con el medio ambiente llevaron a la UE a adoptar su Estándar de Bonos Verdes, un régimen de certificación ajustado a la Taxonomía de la UE que establece criterios sobre qué es realmente sostenible.⁵² Para complementarlo y ofrecer seguridad a los inversores, Robeco cuenta con su propia metodología de cinco pasos para evaluar si un bono ecológico es realmente ecológico.

Desde sus pequeños comienzos, el mercado de bonos verdes es ahora uno de los mayores del mundo, con 3,5 billones de USD invertidos a principios de 2025, según Climate Bonds Initiative.⁵³

Ha surgido una gama de productos de inversión que se centran específicamente en la descarbonización, las vías hacia la energía de cero emisiones netas y los proveedores de energía renovable. Algunos se centran en soluciones naturales de mitigación del cambio climático, como la reforestación, mientras que otros lo hacen en soluciones tecnológicas, como la captura y el almacenamiento de carbono.

Los fondos para el clima a medida suelen seguir índices de referencia diseñados exclusivamente para alinear las actividades empresariales de sus constituyentes con el Acuerdo de París. Normalmente crean carteras con una huella de carbono un 50% inferior a un índice de referencia estándar y, a partir de ahí, ven cómo la huella de la cartera disminuye un 7% cada año. Se excluyen las empresas de combustibles fósiles.

Lamentablemente, no todo está al Alcance de los inversores: por ejemplo, la mayor parte de las reservas de carbón del mundo son propiedad de los gobiernos, por lo que las exclusiones no son útiles, y la mayor parte de las actividades no sostenibles más graves, como la desforestación, son ilegales. Sin embargo, la tecnología sirve para detectar la tala de árboles no autorizada utilizando equipos como satélites y drones “espías”. El satélite Sentinel-1 de la Agencia Espacial Europea, fotografiado abajo, puede utilizarse para detectar la deforestación.

Fuente: Getty Images

⁵⁰ https://www.robeco.com/en/insights/2020/10/investing-in-the-circular-economy.html
⁵¹ https://thegiin.org/publication/research/sizing-the-impact-investing-market-2024/
⁵² https://www.robeco.com/en-int/glossary/sustainable-investing/eu-green-bonds-standard
⁵³ https://www.climatebonds.net/

Las iniciativas nacionales para sustituir los combustibles fósiles por renovables son esenciales para reducir el calentamiento global, ya que la generación de electricidad supone el 25% del total de emisiones.⁵⁴ Ello es especialmente importante para los países costeros, que soportarán de forma desproporcionada el impacto de la subida del nivel del mar de no abordarse la cuestión.

Un país a la vanguardia de este proceso es el Reino Unido, donde las emisiones se han reducido más de un 40% desde 1990, un nivel más alto que en ningún otro país.⁵⁵ Además, el compromiso adquirido por el Reino Unido en abril de 2021 de rebajar sus emisiones en un 68% respecto al nivel de 1990 para 2030, y en un 78% para 2035, es también uno de los mayores del mundo.

En parte, ese progreso se ha debido a las enormes inversiones en parques eólicos marinos, incluido el mayor campo de turbinas del mundo, el London Array, del Mar del Norte. El Reino Unido es ahora el segundo mayor mercado eólico marino del mundo, con cuatro veces más capacidad instalada en 2024 que en 2012.⁵⁶ La mayor aportación de las energías renovables la sigue realizando la energía hidroeléctrica, que ha sido explotada en Escocia desde el siglo XIX.

Esos compromisos han propiciado que el Reino Unido ocupe el segundo lugar en el Índice de Desempeño en Cambio Climático de 2025, una clasificación anual de las iniciativas de mitigación del clima de 57 países más la UE, que abarcan el 90% de las emisiones globales de gases con efecto invernadero. ⁵⁷

Pero hay salvedades: una de ellas es que la cifra del 40% se refiere a las emisiones de CO2 territoriales, por lo que no tienen en cuenta las emisiones de la aviación o el transporte marítimo, ni el carbono incorporado a las importaciones. Si se incluyen estas cifras, la reducción baja hasta alrededor del 11% desde 1990. ⁵⁸



Figura 25: Producción de electricidad en el Reino Unido

Fuente: Red Nacional del Reino Unido.⁵⁹

Aunque las inversiones en energía solar y eólica acaparan toda la atención, una fuente creciente de energía renovable llega directamente de dentro del propio planeta, la energía geotérmica.

Está dando un gran resultado en Chile, donde se sitúan el 15% de los volcanes y el 8% de los géiseres del mundo. El calor procedente de la roca fundida y de las fuentes subterráneas puede convertirse en electricidad; el potencial geotérmico Chile’ es de unos 16 gigavatios, suficiente para suministrar electricidad a cinco millones de hogares.⁶⁰

La geografía del país ayuda al avance de las renovables también de otras formas. La energía del mar está siendo explotada en las mareas de sus 5.000 km de litoral, mientras que el desierto de Atacama es el sitio más árido del planeta, y con la mayor intensidad de luz solar. Cuando se inauguró en 2016, la planta solar de Vallenar en el desierto de Atacama era la mayor de Sudamérica.⁶¹

En total, las energías renovables suponen en la actualidad el 60% de la producción de electricidad en Chile, el nivel más alto de Latinoamérica.⁶² Ello le ha valido el noveno puesto en el Índice de Desempeño en Cambio Climático de 2025.


Figura 26: La potencia de las energías renovables está creciendo exponencialmente en Chile

Fuente: BNamericas

Un sector a la vanguardia de la transición es la fabricación de automóviles. Con 1.500 millones de vehículos en circulación, responsables del 14% de todas las emisiones, su electrificación contribuiría sustancialmente a alcanzar los objetivos de París. ⁶³

Algunos importantes fabricantes de coches se han comprometido a que sus flotas sean eléctricas para 2040, mientras que la legislación de algunos países prohibirá los vehículos nuevos de gasolina en 2050. Noruega aspira a convertirse en el primer país en prohibir la venta de coches que utilicen combustibles fósiles en 2025,⁶⁴ mientras que el Reino Unido prevé hacerlo en 2035, tras haber retrasado la fecha cinco años debido a la crisis del coste de la vida.⁶⁵

Un programa de engagement coordinado por el IIGCC en 2018 buscó compromisos firmes de los fabricantes de automóviles por primera vez, y logró varios avances. Volkswagen y Daimler se han fijado el objetivo a largo plazo de alcanzar cero emisiones netas en 2039 y 2040, respectivamente. Volkswagen ha llegado incluso a apostar por una única tecnología – optando por los vehículos eléctricos alimentados por baterías – el primer fabricante que lo ha hecho. Otros fabricantes han optado por híbridos, células de combustible, hidrógeno o una combinación de tecnologías.

Mientras los fabricantes de automóviles tradicionales abandonan poco a poco el motor de combustión, los nuevos son los fabricantes de automóviles totalmente eléctricos. Dos empresas mundiales lideran ahora el grupo.

La empresa china BYD se ha convertido en el mayor fabricante de coches eléctricos del mundo, produciendo ya 4,3 millones de vehículos al año, con unos ingresos totales de 602.000 millones de CNY (83.000 millones de USD) en 2023. Con sede en Shenzhen, la empresa se fundó como fabricante de baterías en 1995 con el nombre chino de Biyadi. Se transformó en BYD, con el eslogan «Build Your Dreams» para anunciarse en Estados Unidos.

El fabricante de automóviles estadounidense Tesla fabricó 1,8 millones de vehículos eléctricos en 2024 y tuvo unos ingresos de 97.700 millones de USD. Como uno de los Siete Magníficos de los valores tecnológicos de EE.UU., su valor de mercado se unió al exclusivo club de más de 1 billón de USD en 2024.

Su altísimo valor de mercado desde su fundación como empresa emergente en 2003 ha convertido a su CEO, Elon Musk, en el hombre más rico del mundo, con una fortuna de más de 200.000 millones de USD. El valor de mercado de Tesla también es superior al de todos los demás fabricantes tradicionales de automóviles estadounidenses juntos. Sus rivales más cercanos, Ford y Volkswagen, tienen valores de mercado inferiores a 50.000 millones de USD.

El engagement puede ser muy eficaz para cambiar los modelos de negocio de las empresas que siguen dependiendo excesivamente de los combustibles fósiles. Muchos se están quedando rezagados en sus esfuerzos de transición hacia un funcionamiento con menos emisiones de carbono. Por ello, Robeco entabla diálogos con ellos como parte del grupo de engagement colaborativo de inversores internacionales Climate Action 100+.

La principal petición de engagement es que las empresas establezcan una clara ambición de cero emisiones netas con objetivos viables y una estrategia de descarbonización clara. Dos empresas en las que hemos codirigido engagements CA100+ en el sector energético de altas emisiones son:

La eléctrica checa CEZ es una de ellas, con una importante exposición al carbón. Al inicio del engagement, la empresa tenía unos objetivos de emisiones poco ambiciosos y carecía de un plan de transición climática coherente que indicara cómo evolucionaría la combinación energética para lograr las cero emisiones netas en 2050. La empresa había previsto eliminar gradualmente el carbón para 2050, pero no disponía de una vía creíble para hacerlo.

Tras dos años de engagement, en diciembre de 2023, CEZ adoptó unos objetivos de 1,5 °C para 2030 verificados externamente por la Science-Based Targets Initiative (SBTi) y adelantó su objetivo de cero emisiones netas a 2040. La empresa también ha adelantado su compromiso de eliminar progresivamente el carbón térmico de 2038 a 2033, y la cuota de capacidad eléctrica de carbón ha disminuido de 8 GW en 2021 a 4,3 GW en 2024.

El plan de transición climática de la empresa describe ahora la combinación energética prevista para 2030 y las inversiones necesarias para llevar a cabo la transición energética.

Otra empresa que necesitaba un impulso en la descarbonización era TotalEnergies. Llevamos muchos años colaborando con el grupo energético y petroquímico francés en el desarrollo de un plan de transición, y la empresa es ahora, con diferencia, el mayor productor de energía renovable entre sus homólogos, y la energía baja en carbono constituye una parte cada vez mayor de sus ingresos.

Sin embargo, a pesar de los importantes avances, la trayectoria de emisiones de la empresa no se ajusta a los escenarios de bajas emisiones de carbono, principalmente debido a la importante expansión del gas, que mantiene altas las emisiones absolutas. El engagement reciente se ha centrado principalmente en la estrategia de descarbonización de Total, en particular la resiliencia de las actuales inversiones en bienes de capital para proyectos de petróleo y gas, y en grupos de presión sobre el clima.

En consecuencia, Total tiene un plan de transición bien establecido y no ha dado marcha atrás, a diferencia de algunos homólogos. También hemos colaborado con la empresa en cuestiones más amplias, como los derechos humanos, el engagement con la comunidad y la biodiversidad. Entre otras cosas, se visitó un controvertido proyecto en Uganda para conocer el planteamiento de la empresa sobre estas cuestiones y su relación con el cambio climático.

⁵⁴ https://www.epa.gov/sites/production/files/2016-05/global_emissions_sector_2015.png
⁵⁵ https://www.gov.uk/government/news/uk-enshrines-new-target-in-law-to-slash-emissions-by-78-by-2035
⁵⁶ https://www.great.gov.uk/international/investment/sectors/offshore-wind/
⁵⁷ https://ccpi.org/ranking/
⁵⁸ https://www.carbonindependent.org/32.html
⁵⁹ https://grid.iamkate.com/
⁶⁰ https://www-pub.iaea.org/MTCD/publications/PDF/cnpp2016/countryprofiles/Chile/Chile.htm#:~:text=Installed%20power%20generation%20capacity,systems%20(SEA%20and%20SEM)
⁶¹ https://ec.europa.eu/eurostat/statistics-explained/index.php?title=Archive:Chile-EU_-_statistics_on_energy
⁶² https://www.statista.com/statistics/1262922/chile-renewables-share-electricity-mix/
⁶³ https://www.thedrive.com/guides-and-gear/how-many-cars-are-there-in-the-world
⁶⁴ https://www.bbc.com/news/articles/cg52543v6rmo
⁶⁵ https://pod-point.com/guides/2035-diesel-and-petrol-car-ban-in-the-uk-everything-you-need-to-know

1. El cambio climático es la alteración a largo plazo de las temperaturas y los patrones meteorológicos que amenazará la vida en la Tierra si no se remedia. Distintos protocolos internacionales se han ocupado del tema, culminando con el Acuerdo de París de 2015. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático estableció después objetivos de emisiones.
   
   

2. Solo reduciendo drásticamente los gases de efecto invernadero podremos alcanzar los objetivos de París. Los gobiernos han respondido fijando objetivos nacionales para reducir emisiones, que han culminado con sus compromisos de lograr cero emisiones netas, en la mayoría de los casos para 2050. Los inversores se enfrentan a los grandes emisores mediante el engagement y la fijación de sus propias promesas de cero emisiones netas para las carteras. Los reguladores suben el listón con nuevas normas.
   
   

3. El cambio climático supone una cuestión de doble relevancia para los inversores, en el sentido de que el calentamiento global afecta a las inversiones y viceversa. Ello significa que es necesario combinar un enfoque top-down y bottom-up. La transición ofrece importantes oportunidades de inversión. Alinear las inversiones con el Acuerdo de París y las vías respaldadas científicamente puede ayudar a cumplir los objetivos.
   
   

4. Aunque es vital combatir el cambio climático, los obstáculos a superar siguen siendo numerosos. Sustituir unos abundantes recursos de carbono, petróleo y gas que pueden utilizarse las 24 horas del día por una energía renovable con menos fiabilidad es una tarea complicada. La tarificación del carbono es demasiado baja y no está lo suficientemente extendida para que funcione correctamente, y el coste de sustitución de las infraestructuras es un impedimento para los países de renta más baja. Se necesita voluntad política para poner fin a asuntos como las subvenciones a los combustibles fósiles y la deforestación.
   
   

5. En cuanto a las soluciones disponibles, las energías renovables son la joya de la corona de la descarbonización, seguidas del enorme potencial del hidrógeno verde para sectores donde la reducción es más difícil, como el transporte pesado. La expansión del coche eléctrico forma parte de un amplio impulso de electrificación que abarca a distintos materiales y minerales invertibles. La captura de carbono es otra posible solución, pero adaptar la infraestructura existente es costoso.
   
   

6. Los inversores tienen un papel importante que desempeñar. Existe un claro deber de dirigir el capital hacia las empresas comprometidas con la descarbonización, a través de la integración de los ASG y de la financiación directa de la lucha contra el cambio climático. Cada vez hay más empresas orientadas a las finanzas de transición. La titularidad activa a través del voto y el engagement puede traer cambios positivos, y las colaboraciones tienen cada vez más éxito al centrarse en los grandes emisores.
   
   

7. Se han ampliado las formas de invertir en soluciones climáticas. Algunas utilizan la inversión temática y se centran en tendencias obvias, como las renovables o la electrificación. La inversión de impacto supone una forma más concreta de perseguir objetivos como los ODS. Los bonos verdes emitidos para proyectos medioambientales están ganando popularidad, al igual que las estrategias que se adecuan a índices de referencia armonizados con París.
   
   

8. Se cosechan avances en términos de países, sectores y empresas concretos. Dos países se han convertido en líderes mundiales de las energías renovables: el Reino Unido (eólica) y Chile (geotérmica). El engagement ha traído el cambio a un sector automovilístico adicto a la gasolina, que se ha convertido al coche eléctrico, ya que han surgido dos titanes en el mercado de los vehículos eléctricos. El engagement está ayudando a las empresas energéticas a abandonar los combustibles fósiles.

Si ha asimilado la información anterior estará listo para realizar la prueba de conocimientos.