La temporada de juntas generales, que tiene lugar cada año entre marzo y junio, ofrece a los inversores la oportunidad de pedir cuentas a la dirección de las empresas sobre un amplio abanico de asuntos y, en algunos casos, de votar en contra de la renovación de los nombramientos de sus consejeros. En esta era de cambio climático, en la que el mundo todavía se está recuperando del Covid, los días en que las JGO eran un “mero trámite” hace mucho que pasaron a la historia, según el especialista en gobierno corporativo Michiel van Esch.
“El clima se ha convertido en protagonista indiscutible de las dos últimas temporadas de JGO, y desde luego no es algo pasajero”, afirma. Lo que ha cambiado son las expectativas de los inversores. Hace unos años, marcarse objetivos públicos de reducción de las emisiones a largo plazo se consideraba un triunfo para los inversores sostenibles, pero ahora ya es algo básico que todos esperan.”
“Los inversores actuales esperan ver estrategias de reducción de las emisiones de carbono, con planes suficientemente detallados sobre cómo realizar progresos en el corto plazo. En años anteriores, hemos votado en contra de los consejeros o de la aprobación de informes y cuentas de las empresas que se encontraban claramente rezagadas en lo referente al cambio climático, conforme a los parámetros de referencia de Climate Action 100+ y Transition Pathway Initiative.”
“Este año tenemos expectativas aún más altas para las estrategias climáticas, y es probable que votemos más a menudo en contra de los consejeros –e incluso de los presidentes de los consejos, si es necesario– de estas empresas que están más rezagadas.”
“Say on Climate”
Este será el segundo año en que las empresas podrán proponer iniciativas “Say on Climate”, para pedir a sus accionistas que voten acerca de sus planes de transición climática. En su primer año, cuando el concepto todavía se estaba asentando, la mayoría de estas propuestas recibieron muy buena acogida por parte de los accionistas.
“Este año esperamos que los accionistas hayan elaborado más sus enfoques de votación sobre las iniciativas 'Say on Climate' y adopten una postura más exigente en relación con estos planes”, explica Van Esch. “Por ejemplo, el punto de partida de nuestro enfoque de votación es si la empresa ha establecido objetivos tales como llegar al cero neto en carbono en todos los alcances relevantes de sus emisiones.”
“Por lo que respecta a nuestro propio 'Say on Climate', las empresas tienen que haberse marcado objetivos intermedios para todos los alcances relevantes de sus emisiones, aplicando las directrices y los planes de implantación establecidos por el Grupo de Trabajo sobre Divulgación de Información Financiera relacionada con el Clima (TCFD), y comunicar su grado de adecuación al Acuerdo de París.”
Pago por resultados superiores
También es probable que la sempiterna y espinosa cuestión de las remuneraciones de los consejeros vuelva a adquirir protagonismo, ya que los accionistas compararán cómo han podido lidiar las empresas con la pandemia y cuánto han cobrado sus principales directivos. En muchos casos, las diferencias entre ambos conceptos son muy considerables.
“En los últimos dos años, algunas empresas no se han mostrado muy complacientes en lo que a remuneraciones se refiere”, afirma Van Esch. “Y estaremos muy atentos a los posibles trucos o lagunas que algunos hayan utilizado para procurarse una remuneración elevada aunque los resultados hayan sido deficientes.”
“No es infrecuente que los comités de remuneraciones afirmen que, cuando los mercados están en alza, la empresa ha tenido buenos resultados y que, cuando los mercados bajan, hay que revisar los objetivos porque 'no es culpa de la dirección'. Los inversores deberían mostrarse mucho más críticos con las empresas en cuanto a su gestión de estas cuestiones.”
“La situación es mucho peor cuando las empresas piden a otras partes interesadas (como sus inversores o empleados) que se aprieten el cinturón en las épocas malas, pero la remuneración del CEO no se ve afectada, o a veces incluso su paquete retributivo aumenta.”
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Inclusión de criterios ASG en los paquetes de retribución variable
Sin embargo, el empleo de parámetros ASG es más que bienvenido, ya que hace unos años no era práctica común. “Nos complace ver que, cada vez con mayor frecuencia, se tienen en cuenta parámetros ASG en el cálculo de las remuneraciones aunque, al mismo tiempo, a menudo sigue sin estar muy claro cómo se miden los resultados y, a veces, los parámetros escogidos no son los idóneos según la estrategia ASG de la empresa”, afirma Van Esch.
“A efectos de remuneraciones, los criterios ASG deben recibir el mismo tratamiento que los parámetros financieros: deben ser mesurables, requerir una labor de gestión para su consecución y estar sustentados por una estrategia. Como sucede con el resto de los incentivos, en los aspectos retributivos ASG también se debe pagar por los resultados.”
Protagonismo de la vertiente social
Los aspectos sociales también van a adquirir mayor protagonismo, ya que los inversores van a evaluar cómo han lidiado las empresas con el Covid, sobre todo en sectores como la hostelería, los viajes o la venta minorista en establecimientos físicos, que se vieron gravemente afectados por los confinamientos de 2021.
“La reciente crisis sanitaria ha puesto de relieve la importancia de las cuestiones sociales, de la S de ASG, y con razón,” aclara Van Esch. “Los inversores son cada vez más conscientes de la importancia de la gestión de los recursos humanos, de contar con centros de trabajo equitativos y en los que se preste atención a la diversidad. Por ello, vamos a seguir centrándonos en la diversidad como tema clave.”
Y los derechos humanos también se someterán a examen, sobre todo cuando se vote en las juntas de empresas con operaciones o cadenas de suministro en puntos problemáticos. “Las empresas que están expuestas a problemas relacionados con los derechos humanos y que no cuentan con un procedimiento de diligencia debida en este ámbito pueden estar seguras de que votaremos en contra de la renovación de aquellos consejeros que deberían responsabilizarse de este tipo de supervisión”, dice Van Esch.